Todo es posible

Sálvese quien pueda

Leo que la jerarquía católica estadounidense llama a la insurrección contra la ley sanitaria de Obama, que obliga a las organizaciones caritativas, centro médicos y universidades a ofrecer a sus empleados pólizas de seguro que cubran métodos anticonceptivos. Los obispos, en pie de guerra, han leído una homilía en los púlpitos, para exigir que se cambie una ley que califican de grave amenaza contra la moral de la Iglesia. No creo que mal de muchos sea consuelo de tontos; ni de listos tampoco.

La cruzada de los jerarcas españoles va más allá de calificar como "aberración y pesadilla" los métodos anticonceptivos o la Ley del Aborto. Algunos se quejan de que la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría, no esté casada por la Iglesia y no sea, por tanto, la persona adecuada para dar el pregón de la Semana Santa vallisoletana. Otros opinan que los homosexuales no tienen un comportamiento adecuado. Cierto que luego matizan e incluso, a veces, se disculpan ante los ofendidos, pero el hecho es que las críticas respecto a los usos y costumbres de los laicos han calado fácilmente en la sensibilidad del nuevo Gobierno. A la reforma de la Ley del Aborto habrá que sumar la desaparición de la asignatura de Educación para la Ciudadanía y, si nadie lo remedia, el matrimonio homosexual será su próximo objetivo.

Para evitar mutuas intromisiones, conviene que se aplique la frase de Cristo a los fariseos: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Lo mismo que pide la organización Europa Laica: que se recorte la subvención de 10.000 euros que la Iglesia católica recibe del Estado. Es coherente que cada uno se pague sus gastos.

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