Todo es posible

Mentiras y pasatiempos

Ayer leí dos noticias inquietantes. Una era tan poca cosa, en apariencia, que ocupaba sólo cinco líneas en página par. Se refería a un estudio realizado por una fiable consultora para el Congreso estadounidense, cuya conclusión es que el 98% de los productos etiquetados como ecológicos que se venden en los supermercados del país son un engaño. Razón tenía Jean-François Revel, intelectual de derechas ya desaparecido, al advertirnos hace veinte años de que la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira.

La otra, más destacada, es que el desencanto causa estragos entre los jóvenes y los ejecutivos medios franceses. Un experto, al analizar el resultado de dicha encuesta, señala que se trata de una generación machacada por la crisis y que, además, no se fía de unos políticos que se inventan en sus discursos un mundo que no existe. Por eso seis de cada diez votantes franceses dieron la espalda a las urnas en las recientes

elecciones europeas.

Uno de los múltiples problemas de la sociedad de la información es que los políticos organizan continuas ruedas de prensa para difundir la propaganda que les interesa o para crear acontecimientos inexistentes en la vida real. Nos inundan de noticias sobre proyectos que no cumplen y de globos sonda para saber la reacción de los electores. Les hacemos inconscientemente el juego al convertirnos en portavoces de sus enredos que, por cierto, ocupan un espacio muy notable.
Deberíamos prescindir de esas rutinas informativas o, a lo sumo, dar una breve reseña en la página del scrabble, el sudoku y otros pasatiempos.

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