Todo es posible

La historia patas arriba

Leyendo detenidamente este periódico encontré ayer en páginas correlativas nuevos motivos para alimentar mi habitual suspicacia frente a los acreditados hallazgos científicos o históricos. Recordarán que hace unos meses un equipo de antropólogos presentó, a bombo y platillo, al eslabón perdido entre el hombre y el mono. Era un fósil de primate, bautizado como Ida, al que dio el visto bueno el propio David Attenborough, el naturalista británico que hoy recoge en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.

Pues acaba de ser desacreditado. Me refiero al fósil, no al simpático Attenborough. Se ha encontrado otro fósil en Egipto que desmonta el cuento del eslabón perdido. No se preocupen si no lo recuerdan, porque esta clase de desmentidos suceden con mucha frecuencia. Los científicos, a pesar de los pesares, seguirán ejerciendo una irresistible fascinación entre los legos.

Respecto a la veracidad histórica, ya saben el proverbio africano: mientras los leones no tengan sus propios historiadores, las historias de caza seguirán glorificando al cazador. Tanto es así que sobre la España republicana todavía prevalecen las mentiras de los vencedores repetidas durante 40 años. Una de las maquinaciones franquistas fue atribuir a Negrín el papel de marioneta de la Unión Soviética. Se ha propagado hasta nuestros días que el malo de la República fue Negrín, frente a Azaña
y Besteiro, que eran los buenos. Los historiadores Ángel Viñas y Fernando Hernández Sánchez publican El desplome de la República, donde ponen la historia patas arriba y demuestran que esta versión franquista es otro camelo.

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