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¿Podemos o Ganemos? No, por favor

Cuando nació Podemos hubo una idea particularmente brillante (y efectiva) en la manera que el proyecto fue concebido: la idea de proyectarlo como un método ciudadano y democrático para buscar la unidad y la confluencia de los de abajo, de la gente que hasta entonces se había opuesto a la austeridad, pero también contando con toda esa gente que no había estado en las calles y sí sufría las políticas de la miseria. Podemos se alejaba con ello de un proyecto autorreferencial e identitario que se agotaba en sí mismo y abría con ello todo un proceso de expansión que buscaba conectar con sectores sociales más allá de los limitados (pero imprescindibles) círculos activistas. Es verdad que el tablero político ha mutado y ha situado a Podemos en otras coordenadas y escenarios distintos a los que lo originaron. Sin embargo, hay claves del éxito inicial de Podemos que convendría mantener. Entre estas claves, la apuesta por ser un instrumento que se ofrece a la cooperación, la articulación y la confluencia con otros espacios debería mantenerse en nuestro ADN. Y es que, más allá del enorme "efecto arrastre" que Podemos ha generado, sigue habiendo vida fuera de Podemos (mucho de lo mejor del activismo que ha estado en la pelea estos años y mucha gente que está harta y todavía no está luchando).

De hecho, al tiempo que Podemos se expandía exitosamente han surgido iniciativas municipalistas ligadas al territorio. La ciudad de Madrid ha visto nacer "Ganemos", una iniciativa con un marcado carácter de ruptura con la política que nos ha llevado hasta esta situación y como un ilusionante signo del nuevo ciclo que se abre paso. En Madrid, en los últimos meses, parte de la gente que mejor ha pensado el tiempo político que atravesamos y nos atraviesa ha empujado un proceso que ha trabajado en un escenario no sencillo, pero que está alumbrando una propuesta que encaja con las ideas-fuerzas con las que nace Podemos y que recogen mucho de ese espíritu de cambio que anidó en las plazas hace no tanto. Es decir: un proyecto para la mayoría, democrático, pluralista, participativo, inclusivo y claramente orientado a la conquista de nuevos derechos. Durante este tiempo se ha hecho un trabajo que, por tanto, hay que poner en valor. Un trabajo de agregación, de confluencia, de apertura de procesos democráticos y de conexión con los movimientos que hay que reconocer y que sería deseable situar como un buen punto de partida para levantar una candidatura para ganar Madrid. Desde Ganemos, además, ha habido un paciente, exquisito y respetuoso trato a los ritmos de debates internos en Podemos. Un trato que no suele ser habitual en las prácticas en este tipo de procesos y que, demasiadas veces, han llevado al traste posibilidades de unidad. Ojalá esa espera no se parezca a la de Godot. Y es que Madrid ha sido históricamente un territorio fértil para el sectarismo, los recelos y las disputas en el campo popular. Un espacio más de disputa que de entendimiento. De enfrentamientos más que de confluencias. Y Ganemos está siendo, entre otras muchas cosas, un campo de experimentación de la cooperación y la colaboración efectiva que tanta falta hace. Cualquiera que haya hecho o visto la política en Madrid sabe de sobra que eso es un valor en sí mismo que hay que cuidar y al que merece la pena sacar brillo. Por eso, precisamente, es tiempo de idear colectivamente nuevos escenarios que expresen políticamente y en las instituciones lo que hemos construido en las calles. Esto es: la mayoría golpeada puede juntarse políticamente, desde la diversidad, para poner las instituciones a su servicio y para crear nuevas formas de relación y de institucionalidad política. No es tiempo, en mi opinión, de cerrar procesos abiertos si no de seguir expandiéndolos. La revolución democrática que perseguimos (y que, de alguna forma, ya estamos viviendo) requiere de una agregación continua, de una ampliación permanente del bloque social que estamos construyendo y, por eso mismo, no requiere de fetiches ni de hojas de ruta. La ruptura con el viejo régimen (sus instituciones, su cultura, sus formas, su saqueo, su deuda) pasa también por asaltar los ayuntamientos. Más aún en Madrid. Laboratorio del neoliberalismo más salvaje, campo de prueba de la especulación, las privatizaciones y la agresión al territorio, de la precariedad laboral, en Madrid urge un cambio desde la pluralidad de miradas, experiencias y saberes acumulados por tantas personas y colectivos en años de resistencia a la mafia madrileña.

Es la hora de construir una expresión política ganadora de todo lo que hemos venido articulando, debatiendo, teorizando y experimentando. La unidad popular es una herramienta muy útil para nuestro objetivo: la unidad popular se concreta en el encuentro presente entre lo que hemos construido y lo que queremos construir. Por eso no sobra nadie, ¡Nos hacemos falta todos! Los activistas de los movimientos sociales, la izquierda organizada que no fue mafia mientras otros lo eran, la gente de las plazas, pero sobre todo, la mayoría social empobrecida, explotada, que está harta tanto de las políticas austericidas como de peleas entre familias políticas.

Un gran mérito de Ganemos es que no sólo nos impulsa hacia nuestro objetivo, sino que lo va construyendo mientras hacemos el camino. Ganemos apuesta por construir en los barrios una estructura ciudadana que no sólo se conforme con contribuir a la victoria electoral, sino que aspire a disfrutarla y a gestionarla cuando llegue. No hay batallas separadas, todo forma parte de la misma guerra: lo municipal, lo autonómico y lo estatal deben estar conectados y relacionados, porque necesitaremos ocupar todos los espacios con nuestra fuerza para que los de siempre no quiebren nuestros sueños y nuestros derechos.

Las oportunidades para ello siguen abiertas. Pero no por mucho tiempo. Ya hemos demostrado que Podemos. Ahora, en Madrid: Ganemos.

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