Trabajar cansa

Va un mosso y se encuentra un tricornio

"Ningún responsable político de Interior puede estar contento tras una jornada con más de 80 heridos" -Joan Saura, conseller de Interior- 

                                   

 La brutal carga contra los anti-Bolonia (y de paso contra periodistas y viandantes) son una nueva mancha en el expediente de la policía catalana, que suma desde hace años denuncias y condenas. Es verdad que son el cuerpo con más controles internos, y por eso acumulan más casos que otras fuerzas de seguridad. Pero eso no quita para que muchos ciudadanos se sientan decepcionados.

La decepción nace de un malentendido: la creencia de que los Mossos podían ser una policía menos policial, al menos que no reprodujesen lo peor de otros cuerpos, a los que ya estábamos acostumbrados. El otro día vimos que saben repartir leña como el que más, y muchos se acordaron de los grises franquistas.

No hace falta mirar a la dictadura. La policía es policía en todo el mundo, y el monopolio estatal de la violencia es siempre implacable. Vale que no es igual una policía dictatorial que otra de una democracia, y que caben controles y garantías –los propios Mossos son, paradójicamente, el mejor ejemplo-, pero a la hora de disolver manifestaciones, no hay palos más suaves que otros.

La mala reputación que se han ganado los Mossos recuerda al chiste de los dos marcianos que se encuentran un tricornio. Lo peor es que, por el camino, ya hemos convertido un problema político (el rechazo a Bolonia) en un asunto de orden público. Para eso también sirve la policía.

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