Trabajar cansa

Que los niños no se acerquen a Rajoy

"Lo de las chuches no estaba preparado, me salió del alma. Me enteré después de que era el hijo de un dirigente del PP" -Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular- 

                           

Como Rajoy siga con ese afán por convertirse en el amigo de los niños, va a tener que intervenir el Defensor del Menor. Después de aquello tan emocionante de la niña por la que él lo daría todo, y de su preocupación por las niñas descarriadas (que abortan o se toman la pastilla postcoital, y que siguen siendo "niñas" a los dieciséis), ahora llega el numerito del niño sevillano al que nuestro héroe defiende de ese gobierno malo malísimo que sube el precio de las chuches.

Con todo, la gracieta con el niño no fue el momento más populista de un mitin, el de Dos Hermanas, donde los oradores se recrearon en la retórica más gruesa. Es lo propio de ese tipo de actos, ya lo sé, pero los argumentarios peperos son cada vez más ramplones, y por ahí se entiende su insistente dedicación a los niños: se trata de la infantilización del mensaje, siguiendo la vieja regla de "dilo de forma que te entienda hasta un niño".

No es que las cosas estén mucho mejor al otro lado de la calle. También en el PSOE circulan argumentarios que parecen destinados a los críos. Hagan la prueba, yo ya la he hecho: le he puesto a mi hija mayor (cinco años) fragmentos de intervenciones recientes de portavoces de ambos partidos, y lo entiende todo perfectamente. No lo he intentado con la pequeña (un año), aunque no descarto que también funcione.

"Impuestos caca", dicen unos. "Los poderosos son el coco", contestan los otros –como ayer Zapatero, hablando de "los poderosos"-. Son como niños, decimos a veces ante sus enfrentamientos sobreactuados. Pero es al revés: nos tratan como a niños. Y lo peor es que muchas veces nos comportamos como tales y les reímos las cuchufletas.

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