Trabajar cansa

Yo tampoco me creo la trama Gürtel

"Me lo creeré cuando haya un juicio y alguien sea declarado culpable; y mientras tanto no me lo creeré." -Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón-

                       

Con lo que ya sabemos de la trama de corrupción del PP, y teniendo en cuenta que no ha salido a la luz más que un tercio del chanchullo, sólo le queda una defensa a los implicados: la inverosimilitud. Que no nos lo creamos. Porque coincidirán conmigo en que cuanto más sabemos, más cuesta creerlo.

Hagan un experimento para comprobarlo: imaginen que se trata de un asunto de ficción. Digamos una película. Española y comedia, por supuesto. Obsérvenlo todo desde su butaca de cine. ¿Qué dirían al salir? "Está bien, divertida, pero al guionista se le ha ido la mano con la brocha gorda". "Los personajes son demasiado caricaturescos: el chuleta que se engomina los bigotes, el que se hace llamar don Vito, el de las gafas ahumadas, y todos esos pijos de telecomedia..."

Podemos también imaginar qué diría la crítica: "Un claro homenaje a Berlanga, a su escopeta nacional, pero pasado de rosca." "Como comedia tiene su punto, pero como retrato sociológico carga demasiado las tintas." "No falta de nada en esta colección de topicazos de nuevo rico: el cochazo de lujo, el peluco de 20.000 euros, los bolsos de marca, la boda imperial... Puro esperpento."

Y es que nadie sale limpio de esta ducha de caspa y gomina. Ni siquiera el yernísimo Agag, que ya frecuentaba a esos ricachones horteras que manejan la Formula Uno, igualmente inverosímiles. Por eso sospecho que todo –desde la pinta de los implicados a la jerga empleada en sus conversaciones, pasando por sus manejos de mafioso aficionado- es una estrategia para, a fuerza de exagerar, conseguir que no nos lo creamos. De hecho hay más de uno, en el PP y su entorno, que sigue diciendo que no se lo cree. Es su última esperanza.

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