Trabajar cansa

Si me necesitas en otra crisis, silba

"Es necesario que el sector público estimule la economía hasta que la recuperación empiece a consolidarse por la demanda privada" -Elena Salgado, vicepresidenta del Gobierno- 

                 

De entre los muchos y graciosos eufemismos de la crisis económica, uno de los más manejados hoy es el de "estímulo", empleado para referirse al dineral con que los gobiernos están sosteniendo a los bancos y a las grandes empresas. Ahora que, olvidadas las promesas de refundación del capitalismo, el debate se centra ya en la fecha de salida de la crisis, a diario oímos hablar de esos "estímulos" y de la importancia de mantenerlos todavía un tiempo, hasta que la recuperación se consolide. 

Un estímulo parece poquita cosa, ¿verdad? Sólo estamos estimulando la economía, dándole un empujoncito para que siga andando sola, una manita para que se levante tras un tropezón. Que nadie diga que estamos fundiéndonos una pasta para salvar la banca, qué va. Sólo la estamos estimulando para que no se amodorre. Un masajito, como quien dice. 

"Estímulo" es también un término habitual en la psicología conductista. Ya saben, aquello del trozo de carne que hacía salivar al perro pavloviano, y el posterior estímulo condicionado que en forma de campana conseguía el mismo resultado; pero también los estímulos positivos con que se recompensan conductas positivas. En todos los casos, el uso de estímulos tiene como finalidad el aprendizaje de alguna conducta. 

¿Y la banca? ¿Qué aprenderá con tanto estímulo? Que saliva cuando ve el dinero ya lo sabíamos. Lo que no tengo claro es que vaya a modificar su conducta para el futuro, que vaya a extraer una lección. Bueno, algo sí ha aprendido ya: que si alguna vez vuelve a tropezar, ahí estará el dinero público para ayudarla; perdón, para estimularla. Ésa es la lección para próximas crisis: si me necesitas, silba.

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