Trabajar cansa

La derecha siempre se reconcilia

"El enfrentamiento entre Aguirre y Ruiz-Gallardón me duele y me está haciendo caer en el desánimo -Juan Vicente Herrera, presidente de Castilla y León- 

        

Reconozcámoslo: nos lo estamos pasando en grande con la bronca del PP. Y no somos los únicos. A los del PSOE les cuesta aguantar la risa cuando hablan del asunto. La cosa no es como para reírse, lo sé, es una vergüenza cómo trapichean sin disimulo con Caja Madrid. Pero es comprensible nuestro regocijo: no estamos acostumbrados a estas broncas en la derecha. 

No es que en la derecha no haya habido antes enfrentamientos, claro que sí, aquí y en todas partes –miren en la civilizada Francia hasta dónde llegaron Sarkozy y Villepin-. Pero guardaban las formas, se insultaban a puerta cerrada y mantenían la sonrisa al salir, incluso se abrazaban. Raramente aireaban los trapos sucios en el patio. 

Estábamos habituados a que el cainismo, al menos el cainismo en voz alta, fuese algo propio de la izquierda, con su larga tradición de disensiones, llegando con frecuencia a la fractura, la escisión, el odio a muerte y la alianza contranatura para perjudicar a tus ex compañeros. Mientras que en las familias de izquierda –y más cuanto más a la izquierda- a las primeras de cambio dan un portazo y piden el divorcio, la derecha siempre ha tenido un sentido familiar-patrimonial muy estricto, son gente de orden: discuten, se pelean, se odian, pero aguantan juntos toda la vida, siguen paseando de la mano como un matrimonio. 

No creo que la sangre vaya a llegar al Manzanares esta vez. Todo el vecindario ha oído los gritos y el portazo, pero no tardarán en arreglarse, ya verán. Este tipo de familias lo aguanta todo, que afuera hace mucho frío y dónde vas a comer como en casa. Siempre acaban encontrando algo para repartir, un sillón donde colocar al que se quedaba fuera, y vuelta al abrazo.

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