Trabajar cansa

El sueño de Dubai produjo monstruos

"Aquí encontrarás un auténtico lienzo blanco sobre las aguas celestes del Golfo. Tu propia versión del paraíso." -Presentación del proyecto The World-

               

Hay que ver la que liaron los emires esos en Dubai, qué disparate, ¿verdad? Islas con forma de palmera y viviendas en primera línea de playa artificial, el rascacielos más alto del mundo, no sé cuántos edificios singulares a cuál más inverosímil, y la broma final de The World: 300 islas formando el mapamundi, con hoteles de lujo, apartamentos y centros comerciales.

Ya digo, un disparate que a nadie extraña que acabe en bancarrota. ¿A nadie extraña? Pues no sé, porque hasta hace poco, los mismos que hoy señalan la inviabilidad de esos proyectos los veían como la cosa más normal del mundo, el fruto lógico de tanto dinero, tanto crecimiento y tanto millonario sin atracciones suficientes para gastar en el mundo.

Ahora, con la crisis, todos reconocen burbujas y espejismos. Pero hace un par de años vivíamos bajo un encantamiento a modo de hipnosis masiva a la que pocos escapaban. Dubai es sólo el mayor de una colección de proyectos enloquecidos con los que horteras adinerados querían llenar el mundo de parques temáticos del alto consumo, franquicias de grandes museos, casinos en el desierto y excentricidades en mármol. La hipnosis era tal que muchos invirtieron millones en esos planes, y hoy sufren las consecuencias.

También por aquí hemos tenido unos cuantos Dubai a escala local. Sin ir más lejos, me acuerdo de un proyecto de los propietarios de Marina D’Or, que pretendían construir un gran parque turístico con reproducciones exactas de monumentos famosos, selvas, montañas nevadas y arrecifes tropicales. Aquel disparate fue presentado por todo el país, con maqueta y video incluidos. Y el hechizo funcionó, pues pocos señalaron el despropósito, más allá de su mal gusto.

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