Trabajar cansa

Con o sin atentados, la guerra es buena

"Irak fue la guerra de ayer, Afganistán la de hoy. Si no actuamos preventivamente, Yemén será la de mañana." -Joseph Lieberman, presidente de la Comisión de Seguridad Interior de EEUU- 

         

Hasta hace una semana, si te quejabas de los abusivos controles de seguridad aeroportuarios, te decían que eran necesarios porque habían impedido otro 11-S. Hoy, tras el intento de Detroit, resulta que éste justifica no sólo la continuidad de esos controles, sino su endurecimiento. Y si el terrorista hubiese tenido éxito, más todavía. Lo mismo pasa con la llamada guerra contra el terrorismo. Hasta hace una semana estaba más que justificada porque había impedido otro 11-S. Hoy, el intento de atentado es el que obliga a continuarla e intensificarla. 

Es decir: la falta de atentados hace buena la estrategia, pero un atentado la hace incluso mejor. Conclusión: lo de menos son los atentados, la estrategia es buena en cualquier caso. Argumento además tramposo, pues aunque no haya caído ningún avión desde 2001, el terrorismo ha ido a más en todo el planeta, con cientos de atentados y miles de muertos. 

La guerra de Afganistán era para combatir el terrorismo, pero hace años que de allí no sale un terrorista. A cambio, quienes están dispuestos a inmolarse se preparan en cualquier sitio, lo mismo Yemen que un barrio de Londres. 

Si en 2001 teníamos un problema, hoy es mayor. La estrategia antiterrorista no sólo no ha acabado con él, sino que lo ha esparcido y alimentando, invirtiendo la relación de causa-efecto: para toda una generación de yihadistas, las invasiones de Irak y Afganistán (y pronto Yemen), o la infamia de Guantánamo, son la coartada de su lucha. 

Lo grave es que no tenemos plan B. Que ustedes o yo no lo tengamos, pase. Que sean nuestros gobernantes los que carecen de más alternativa que seguir por el mismo camino, es terrible.

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