Trabajar cansa

No quemes el Corán, no sea que nos odien (más)

"Podría poner en peligro a las tropas, y generar problemas significativos en cualquier lado del mundo donde tenemos relaciones con la comunidad islámica." -David Petraeus, Comandante en Jefe de la OTAN en Afganistán-

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Esperemos que finalmente hoy el pastor incendiario de Florida no haga la prometida cremá de ejemplares del Corán con que pretendía conmemorar el noveno aniversario del 11-S. Así los estadounidenses podrán respirar aliviados, incluidas las tropas en Afganistán: pasó el peligro, nadie nos odia, Al Qaeda no podrá repartir octavillas con la foto del libro ardiendo para reclutar terroristas.

Decía Obama hace un par de días, para disuadir al religioso quemalibros, que su acción sería un filón para Al Qaeda, que encontraría así una inmejorable "herramienta de reclutamiento", y "se incrementaría el número de individuos dispuestos a inmolarse", facilitándole el trabajo a Bin Laden y los suyos (nota: expliquen a los lectores más jóvenes quién era Bin Laden).

No digo que la quema del Corán no fuera a calentar medio planeta y extender el odio contra Estados Unidos. Pero hay que precisar que el acto islamófobo serviría para calentar más y para extender más odio, pues sería visto como el último de una larga serie de ataques y humillaciones. No creo que a estas alturas ningún fanático necesite algo así para decidir su inmolación.

El verdadero filón para el reclutamiento de combatientes contra Estados Unidos y sus aliados, sean yihadistas globales, talibanes afganos o resistentes iraquíes, no está en el acto aislado de un pastor de Florida, sino en la política exterior desarrollada por Estados Unidos desde que en 2001 lanzó su terrorista guerra contra el terrorismo. Nueve años en que ha bombardeado e invadido países, ha secuestrado y torturado en cárceles secretas, ha mantenido abierto Guantánamo y ha dejado estampas inolvidables como aquellas de Abu Ghraib. La inició Bush, sí, pero parte de esa política sigue en vigor con el Nobel de la Paz.

El terrorismo fundamentalista es de combustión fácil, no necesita mucho para prender. Pero Estados Unidos no ha dejado de echar gasolina en ese fuego desde el 11-S, y nueve años después del ataque a las torres el mundo es un lugar más inseguro. No dejemos que unos pocos coranes chamuscados tapen otros incendios.

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