Trabajar cansa

Diálogo social con cuenta atrás

"Preferimos el acuerdo bilateral entre empresarios y sindicatos, pero si llega el 15 de marzo sin acuerdo, remitiremos un proyecto de ley para la reforma." -Valeriano Gómez, Ministro de Trabajo-

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Para empezar con buen pie, el ministro de Trabajo tiene preparado un regalo para los representantes sindicales que acuden hoy a la primera reunión para recomponer el diálogo social. Nada, un detallito: un reloj digital, de mesa. La sorpresa será cuando vuelvan a la sede sindical y lo enciendan. Comprobarán que no da la hora ni tiene despertador, sino que sólo marca una cuenta atrás, mientras una voz robotizada repite: "Este diálogo social se autodestruirá dentro de cuatro meses y tres días".

Tras el precedente de la reforma laboral, no parece que la mejor forma de abrir un nuevo diálogo con sindicatos y empresarios sea fijándoles un plazo límite para un acuerdo en la reforma de los convenios colectivos, bajo advertencia de que en caso de desacuerdo el gobierno tendrá preparada su propia reforma. Vale que las negociaciones no pueden demorarse eternamente, pero visto lo sucedido con el abaratamiento del despido, ya imaginamos a quién beneficia ese ultimátum.

No hay más que ver la poca prisa que tiene la CEOE para sentarse a hablar. Los sindicatos llevan semanas emplazando a la patronal para hablar, pero los empresarios van de tranquis, y encima están liados con sus elecciones. Pero sobre todo saben que el tiempo juega a su favor, porque la experiencia de la reforma laboral invita a pensar que se puede repetir el proceso: reuniones a dos y tres bandas, uno que se levanta de la mesa, otro que pide seguir negociando, una cena en la Moncloa para limar diferencias, y al final un decretazo.

La negociación colectiva no es cualquier cosa, es uno de los pilares de las relaciones laborales, una garantía para los trabajadores que los empresarios pretenden dejar en el limbo, ya que proponen que las empresas puedan descolgarse del convenio no sólo en lo salarial. Algo así no debería reformarse sin contar con los trabajadores. ¿O es que hace falta el máximo consenso para quitar los crucifijos, pero no para recortar derechos laborales?

Pues que tenga cuidado el gobierno por ese camino, porque también tiene un reloj con cuenta atrás bajo su silla: con fecha de 2012.

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