"El 2011 no será un año fácil, sino muy desafiante. En algunos casos también será doloroso en términos económicos." -José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea-
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Esta visto que el género narrativo triunfante es el terror. Preferiríamos la comedia, o el musical, pero son los cuentos de miedo los que tienen más demanda en estos años de incertidumbre, cosa lógica. Tras los cansinos vampiros llegaron los zombies, y junto a ellos los relatos apocalípticos que fantasean con el fin del mundo vía catástrofe planetaria, invasión alienígena, plaga vírica o todo a la vez.
De ahí que nos pasemos el rato escrutando señales que anuncien ese fin del mundo. A un paso de 2012, año de mal fario por no sé qué profecía antigua, los periódicos y telediarios tienen ya tantas noticias apocalípticas que cualquier día las agrupan con sección propia: "señales del fin del mundo", y el presentador da paso a ellas con la misma gracia con que da paso a los deportes: "y ahora repasamos las últimas señales del fin del mundo".
Por si no teníamos bastante con el terror de la información meteorológica (con nevadas históricas y tormentas explosivas), y con los relatos conspiranoides que pueblan Internet, estos días hemos tenido pájaros muertos en Estados Unidos (dónde si no), y la escasez informativa navideña ha lanzado a los medios a rastrear el planeta buscando más pájaros caídos, pero también peces y cualquier bicho muerto en grupo.
Por lo visto son cosas que pasan a menudo, y para las que siempre hay una explicación . Pero sirven para alimentar esa sensación de fin del mundo inminente que es reflejo de la inquietud con que vivimos otro fin del mundo, éste nada fantástico y mucho más terrorífico: el fin del estado social tal como lo conocíamos.
Los anuncios y profecías económicas coinciden en que con unos cuantos años como el pasado, y por la vía de las reformas "inevitables" e "inaplazables", al estado social no lo va a conocer nadie. Los ataques de los mercados (y de los gobiernos) nos están generando un terror que, a falta de referentes políticos y sociales que le den salida, lo acabamos desviando a esoterismos de todo tipo. De paso, nos distraemos esperando un improbable fin del mundo mientras el otro, el de verdad, se consuma sin mucha resistencia.
Comentarios
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