Trabajar cansa

Buceadores, submarinos y pescadores

"Lo fundamental es mirar al futuro antes que al pasado. No pensar lo que las empresas han hecho, sino ayudar a emerger empleo." -Valeriano Gómez, ministro de Trabajo-

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Cuando alguien pregunta cómo es posible que haya cinco millones de parados y no estallen motines, la respuesta siempre es la misma: por la economía sumergida, en la que trabajan muchos de esos parados.

Según esa opinión, tras la riada destructora de empleo no estarían todos ahogados, sino que algunos seguirían vivos aunque bajo el agua, buceando. Recurro a la metáfora acuática por seguir el lenguaje oficial, que habla de economía "sumergida" y de la necesidad de que "emerja" el empleo oculto.

Así que cuando la crisis rompió los diques, el agua arrastró a muchos, pero también hubo otros que al ver llegar la ola se tiraron de cabeza y ahí siguen, dando brazadas como pueden para no irse al fondo. A ellos va destinado el plan contra el empleo sumergido que aprobó ayer el Gobierno, que se ha propuesto echar la caña a ver si pesca unos cuantos y los pone al sol.

Todos conocemos trabajadores en negro. Se les asocia a menudo a la picaresca, el caradura que cobra paro y hace chapuzas, pero para la mayoría el submarinismo laboral es un mal negocio, pan para hoy y hambre para mañana, a menudo poco pan y mucha hambre, ya que al no cotizar merman sus prestaciones futuras, pierden derechos, tienen más riesgos, se descuelgan del mercado regular y caen en el círculo de la irregularidad, del que cuesta salir.

Como ya escribí una vez, el empleo sumergido es como cuando de niños estábamos en la piscina, empezaba a llover, y nos metíamos bajo el agua para no mojarnos: al final te mojas igual, y encima tragas agua y corres el riesgo de ahogarte. Lo mismo pasa con los trabajadores que aguantan la respiración bajo el agua a la espera de que pase la tormenta.

Por eso haría falta un plan más ambicioso que el aprobado ayer, que suena bonito pero contiene mucho aire, y que es más benévolo con los empresarios defraudadores que con los trabajadores. Habría que echar la caña a más profundidad, donde navegan submarinos con la bodega llena de ingresos sin declarar e impuestos sin pagar. Pero claro, siempre es más fácil pescar desde la orilla que meterse donde cubre.

 

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