Trabajar cansa

El tren de los Marx, pero en una vía circular

 

La deuda de Grecia a dos años ha alcanzado un interés del 50%. Han leído bien, no se froten los ojos. Si Grecia saliese hoy por su cuenta al mercado, los inversores le prestarían 100 euros y Grecia devolvería 150. Es decir, que el país no podrá caminar solo durante mucho tiempo, y mientras tanto seguirá pidiendo dinero (sobre todo al fondo de rescate europeo) que no podrá destinar a sus necesidades, sino a pagar a sus deudores. Todos dan por descontado que Grecia no podrá pagar todo, pero seguimos jugando al mismo juego: otra cumbre, otro rescate, otro plan de ajuste.

Con el interés de la deuda griega al 50% y su economía en muerte cerebral, ¿qué más necesita Europa para reconocer que su política anticrisis ha fracasado? Porque si fuera sólo Grecia, todavía, pero ahí están también Italia y España, la postración absoluta de los ya rescatados Portugal e Irlanda, la amenaza de nueva recesión, el paro que puede subir aún más... Lo mismo podemos decir de los mercados: ni una sola decisión los ha aplacado. Cuanto más se les da, más aprietan, insaciables y con razón: si pides sangre y te dan una copa para que se te pase la sed, la próxima vez no te conformarás con menos de una jarra.

¿Y qué hace Europa tras tantos éxitos? Pues echar más madera a la caldera, más de lo mismo: equilibrio presupuestario, austeridad, reformas. Más madera, a la manera de los hermanos Marx en la famosa escena del tren desguazado.

Es una imagen que se evoca mucho últimamente para caricaturizar a una Europa que sigue echando muebles a la caldera, y cuando no le quede una silla quemará las paredes. Pero con una diferencia respecto a la comedia de los Marx: en el caso europeo, la vía es circular, la locomotora echa humo y el tren avanza al precio de autoconsumirse, pero no vamos camino de una estación a la que llegar aunque sea sólo con las ruedas, sino que seguimos dando vueltas en el mismo anillo de hierro desde hace más de un año.

También España da vueltas en su propio bucle de paro y falta de actividad económica, quemando lo que encuentra a mano para que la locomotora no se pare del todo, que siga girando. Ahora, con el calorcillo electoral, PP y PSOE parecen discrepar a la hora de decidir de dónde arrancan más puertas, si del vagón de primera o de la clase turista; pero más allá de eso, ambos siguen subidos al mismo tiovivo sin salida.

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