Trabajar cansa

El espectáculo de la democracia

 

Desde luego, estas elecciones son de las que hacen afición: hay que reconocer a PP y PSOE cómo se esfuerzan en ganar adeptos para el sistema. Cuando más bajo su crédito, cuando más gente grita "lo llaman democracia y no lo es", cuando peor reputación tiene la clase política, cuando más amenazada la democracia por el poder financiero, ahí están nuestros campeones sudando para hacer de ésta una campaña inolvidable.

Empezaron, ya antes de convocarse, con una ley electoral que cerraba la puerta de entrada: el que quiera presentarse, que se patee la calle buscando firmas, qué cachondeo eso de que cualquiera ponga papeleta en el colegio.

Para continuar, las elecciones más bipartidistas de la historia, y con dos aspirantes memorables: uno, vencedor de unas primarias a candidato único; el otro, derrotado en dos elecciones, y que sin el trampolín de la crisis no llegaría muy alto. Ambos perros viejos, que no se han bajado del coche oficial en su vida.

Para que no decaiga nuestro fervor, el cara a cara del lunes: ellos dos solos, sin público ni periodistas, en un plató a las afueras y blindado por la policía, con todos los detalles pactados (entre otros, no hablar de corrupción), y donde se lucieron de lo lindo: uno, leyendo lo que traía escrito, sólo levantó la vista para contarnos que llevó el teléfono a los pueblos chicos. El otro, marrullero y sobrado, casi conteniendo una risita al ver nervioso al de enfrente, parecía aspirar sólo a ganar el debate, como una victoria de consuelo viendo perdidas las elecciones.

Ambos, sin salirse de sus guiones, retóricos y ambiguos: ya sabemos que Rajoy va a crear empleo gracias al crecimiento económico, y va a lograr crecimiento económico gracias al empleo; y que Rubalcaba defiende la educación pública, la sanidad pública y los derechos de los trabajadores, aunque no se molestó en contarnos cómo porque era prioritario meter el dedo en el ojo a su rival.

Para rematar la faena, el numerito de sus respectivos palmeros, cantando victoria desde el arranque. Todo un espectáculo. El show de la democracia. De esta democracia.

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