Trabajar cansa

A sorprender a los mercados

 

Vaya por Dios, qué mala suerte tiene Rajoy. Meses diciendo que había que dar confianza a los mercados, y que él era la persona adecuada; y ahora resulta que los mercados lo que buscan son sorpresas. Venga a presumir de ser un político previsible, responsable, al que cualquiera compraría un coche usado sin verlo, y ahora van los mercados y piden un hombre audaz.

Lo dijo ayer la agencia Fitch: el nuevo gobierno "debe sorprender a los inversores con un programa ambicioso y radical". Que a los mercados no les basta con la pinta de señor serio de Rajoy, que no, que le han dado la media hora que pedía y ni un minuto más: a las 9 hubo tregua, pero a las 9.30 volvió a caer la bolsa, repuntó la prima y se desmadró la deuda.

La explicación para que todo siga igual es que los mercados ya habían descontado la victoria del PP. Lo repitieron ayer varios dirigentes populares, para aplacar la impaciencia de quienes esperaban que el 21-N comenzaba sin más la nueva edad de oro. Que no, que no, que los mercados ya habían descontado la victoria. De ahí que el hombre tranquilo no se dé mucha prisa en anunciar medidas o desvelar su ministro de Economía. Total, si los mercados ya saben que no va a dar la cartera a un perroflauta, sino a uno de esos cracks del "espectacular banquillo económico" que tiene, según Arias Cañete. También saben los mercados que las medidas irán por el buen camino. Así que, como lo dan ya por descontado, para qué correr.

Pues ya veremos hasta dónde han descontado. En Grecia, cada vez que Papandreu aprobaba otro paquete bomba todo seguía igual porque, decían, los mercados ya lo habían descontado antes de aprobarse. Todavía hoy, con Papadimos, siguen sin lograr que Europa afloje el rescate porque, suponemos, también habían descontado la solución tecnocrática.

Así que ya sabe el próximo presidente: a sorprender a los mercados, que no se conforman con confianza y tranquilidad, valores descontados. Dice Fitch que con el PP se abre "una ventana de oportunidad". Yo que Rajoy no me asomaría mucho, no sea que acabe defenestrado. Es decir, descontado.

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