Trabajar cansa

A Camps le falta un 'striptease'

 

El juez da la palabra al ciudadano Francisco Camps, ex molt honorable president, y le pregunta si se declara culpable o inocente. Camps se pone en pie, y con una sonrisa empieza a desabrocharse la chaqueta. Se la quita y, con gesto torero, la arroja al suelo mientras exclama: "¡Ahí tenéis la chaqueta!". A continuación se saca el cinturón y, tras hacerlo girar como una honda, lo tira: "Y allá va el cinturón".

Jueces, abogados y miembros del jurado se revuelven nerviosos mientras el expresident se saca los zapatos, que lanza a la fiscal: "Tomad también los zapatos". Mientras el juez llama al orden en la revolucionada sala, Camps se quita los pantalones y los revolea sobre su cabeza antes de arrojarlos: "¿Queríais los trajes? ¡Pues ahí tenéis!". A continuación es sacado del tribunal a hombros por los suyos, desafiando al viento frío en las piernas desnudas, mientras una charanga toca "Valencia, es la tierra de las flores..." y estalla una mascletá.

¿Se imaginan una escena así? No, no va a ocurrir, pero díganme: ¿no la creen verosímil? ¿A que no desentona mucho con la trayectoria de Camps? Es puro Berlanga, sí, pero tras los amiguitos del alma, los actos de apoyo, los juramentos afectados de inocencia y aquella jornada final con el tribunal haciendo horas extra para ver si se decidía a acudir, sería el mejor broche para la comedia. Es más, tantos años de despilfarro, proyectos tan faraónicos como ruinosos y colegas llevándoselo crudo merecerían un final a la altura.

Pero nos va a dejar con las ganas, y veremos un juicio aburrido y lleno de artimañas legales para buscar su absolución, mientras el expresident proclama su inocencia hasta el infinito y más allá.

En realidad, aunque suene estrafalario, el striptease es la única salida honrosa que le queda para salvar una situación tan humillante como la que está viviendo. Porque tras tanto repetir que uno no se vende por "cuatro trajes", al final se ve en el banquillo, con todas las cámaras sobre él y un despliegue propio de macrojuicio. Y todo por "cuatro trajes" de los que se va a acordar toda la vida.

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