Trabajar cansa

Presupuestos a mano

 

Qué prisa le ha entrado a la Comisión Europea con que el gobierno presente ya los presupuestos de este año, y no espere hasta finales de marzo o incluso abril. Pero vamos a ver: los presupuestos, ¿no son para 2012? ¡Pues entonces estamos en plazo! El problema sería que los aprobasen en 2013, pero mientras le quede un día a este año, seguirán estando en fecha. Y como se pongan tontos, se los enviamos en diciembre.

Además, ¿qué se han creído esos burócratas europeos, que unos presupuestos se hacen en una tarde? Pues no, ni en una tarde, ni en dos, ni en tres meses. Unos Presupuestos Generales del Estado serios, como Dios manda, propios de un país que sabe lo que tiene que hacer y lo hace, necesitan su tiempo. Lo que pasa es que la gente, desde que los ministros de Economía llegan al Congreso con una memoria USB en la mano en vez de las carretillas de guías telefónicas con que iban antes, se creen que esto ya está todo informatizado, le das a un botón y salen las cuentas solas. Pues no, entérense: las cuentas hay que hacerlas bien, con los dedos si hace falta.

Ya lo dijo ayer la vicepresidenta: el gobierno va a redactar los presupuestos en el "tiempo récord" de tres meses. Y eso teniendo en cuenta lo liados que están los ministros, que con tanto como tienen que reformar y abolir, les cuesta sacar cada día un rato para echar números.

Dicen los mal pensados que el motivo del retraso son las elecciones andaluzas, para no chafar sus expectativas de victoria. Otros sostienen que el gobierno está ganando tiempo, a ver si de aquí a entonces Bruselas (o Berlín, más bien) relaja las exigencias de déficit, y en vez de motosierra nos vale con el hacha. Y hasta hay quien sospecha que las cuentas, con su previsible ajuste durísimo, tienen fecha de presentación: primeros de abril, vísperas de Semana Santa, para que las vacaciones nos hagan menos amargo el trago.

Que no, que no me convencen: el único motivo es la seriedad de un gobierno que, de tan como Dios manda que es, hasta escribe a mano los miles de páginas del presupuesto. Y con una caligrafía que da gloria verla.

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