Traducción inversa

Un libro para mañana

Ya se sabe que lo que diferencia a un político al uso de un estadista es que el primero cierra su horizonte en los próximos cuatro años, mientras que el segundo trabaja para la próxima generación. En los últimos años hemos asistido al surgimiento –o la oportuna reconversión- de demasiados politiquillos a los que se les ha llenado la boca con la palabra España, como si este inocente corónimo, sólo con formalizarse entre los labios, indujera en el sujeto alguna suerte de espasmo incontrolable y babeante. A esta clase de petimetres –y sus aliados periodísticos- les recomiendo vivamente el libro La deriva de España. Geografía de un país vigoroso y desorientado, de Enric Juliana (editorial RBA).

  Juliana es un periodista de La Vanguardia, que es un medio no sospechoso de demasiados extremismos. El libro es oportuno porque, como precisa su autor, se trata de explicar la deriva de España (es decir, su rumbo) y no de lamentarse por una hipotética, histérica e interesada "España a la deriva". No cree Juliana que el Estado español goce precisamente de mala salud en ningún campo, al margen de la galopante crisis económica. Para este fino analista político la clave para el futuro es profundizar en la descentralización materializando, por ejemplo, el eje ferroviario mediterráneo, puesto que Zaragoza, Barcelona y Valencia (el mayor triángulo logístico de la península) no pueden permitirse el lujo de que sus relaciones económicas con Europa sigan pasando por Madrid, por culpa del vetusto modelo ferroviario radial.

  Esto, naturalmente, es un mensaje especialmente dedicado a los estadistas. ¿Hay alguien ahí?

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