Traducción inversa

El doctor Montes contra la Santa Alianza

La reciente noticia de que ha sido admitida a trámite la denuncia del doctor Luis Montes contra El Mundo me ha reconfortado especialmente. El ex coordinador de urgencias del Severo Ochoa reclama 500.000€ a Unidad Editorial por todas las aberraciones que lanzaron sobre él en 2005, durante el llamado "caso de las sedaciones". Se da la circunstancia, además, de que la justicia ya había admitido otras tres demandas de Montes por los mismos motivos, dos contra la COPE y sus tertulianos y otra contra el inefable ex consejero de sanidad Manuel Lamela.

  ¿Qué significa todo esto? Significa que, por suerte, en este país un ciudadano honesto, que no es culpable de nada, aún puede confiar en que la justicia ponga en su lugar a esa tropa vociferante de predicadores hemorroidales y sedicentes periodistas dedicados en cuerpo y alma a emponzoñar la vida pública.

  Para ejercer el periodismo de opinión, sin embargo, hay que partir de una humildad de base. Hay que presuponer, en primer lugar, que tus juicios son sólo probables, nunca necesarios. No hay que creerse Moisés, sino sólo alguien a quien se le ha conferido un pequeño privilegio, y ese tesoro debe devolverlo con creces.

  Insultar a Luis Montes porque se te ha aparecido Dios en cuclillas sobre la mesita de noche y te ha dicho que este hombre es un acólito de la muerte puede resultarte divertido, pero en realidad es un poco patético. Personalmente, si me viera en un último trance preferiría que me atendiera alguien tan fieramente humano como Montes, antes que un meapilas baboso que  me obligara a emular a Wojtyla hasta la última mueca. Y, naturalmente, esto es sólo una opinión.

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