Traducción inversa

Funcionarios

Hay un chiste de Forges que circula estos días profusamente por la red. En la viñeta se ve a un tipo probándose un traje con el sastre a su lado. El traje en cuestión deja al descubierto el trasero y el tipo, con cara de escéptico, se atreve a farfullar: "No sé... Lo encuentro inadecuado". Pero el sastre, impertérrito, contesta: "Pues para funcionarios es lo último".

Lo sustancial de la crisis, en efecto, parece que va a acabar resolviéndose bajando una y otra vez el sueldo de los servidores públicos. Los mismos profesores, por ejemplo, que no hace ni un lustro contemplaban a sus alumnos de 16 años abandonar los estudios para sumarse a las suculentas nóminas de la construcción y cobrar el doble que ellos, ahora son convertidos en el chivo expiatorio de un proceso donde nunca tuvieron voz ni voto.

Cualquier politicucho de tres al cuarto sabe ya, a día de hoy, que no hay nada más agradable que recortar los sueldos públicos y obligar a sus titulares a trabajar más. Podría optar por bajarles el salario incluso en mayor cuantía, pero a cambio de reducirles proporcionalmente el horario laboral para que se pudiera contratar a más gente. Eso sería hacer las cosas bien. Es mucho mejor humillar al funcionario de carrera, despedir a muchos interinos y que se sepa claramente quien manda.

Para cuando Rajoy anuncie sus famosas medidas de ajuste, sus cospedales, aguirres y feijóos ya habrán ensanchado tanto el boquete en los pantalones del funcionario que no tendrá mérito meter por allí nada más. Pero todo sea por -la austeridad de- la patria.

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