Traducción inversa

Aborto y extremismo

La política española es ciertamente extraña. Tomemos el caso del revival de la polémica sobre el aborto. Aprovechando la reforma de la ley actual, que ha anunciado el Gobierno, el principal partido de la oposición convirtió una supuesta defensa de "la vida" en uno de sus argumentos electorales. No parece que le fuera nada mal, claro, porque con ello consiguió que ni uno sólo de los más pintorescos ultramontanos celtibéricos se quedara en casa el 7-J. Los resultados ya se conocen. Y sin embargo, ¡qué chocante es todo! En realidad, ni gobierno ni oposición están contra la interrupción del embarazo, y la prueba es que, con Aznar, se llevaron a término 500.000 abortos. Este colosal holocausto –siguiendo la terminología propuesta por los "provida"- podría haberse evitado. Pero el caso es que Aznar no lo evitó.

  Entonces, si nadie está contra el aborto, ¿a qué viene la polémica de nuevo? Luego está el asunto de la posibilidad de que las adolescentes de 16 años puedan interrumpir su embarazo sin permiso paterno. Esto puede ser discutible (yo mismo, como muchos padres, veo inconcebible que mi hija pudiera abortar sin decirme nada, aunque intento educarla para que eso no pueda llegar a ocurrir nunca -y esa es la clave). Pero esto es sólo un aspecto secundario. Lo esencial es si las mujeres tienen o no derecho a abortar. ¿Y las que no quieran hacerlo? Pues hay que defender a capa y espada su derecho a tener a su hijo. Es tan simple como eso: el derecho de unos no invalida el de otros. ¿No podrían los políticos de uno y otro lado ponerse de acuerdo en algo tan elemental? Que se lo expliquen a algunos extremistas, pues.

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