Traducción inversa

El instante de Javier Cercas (y 2)

  Les explicaba ayer mis impresiones sobre Anatomía de un instante, de Javier Cercas, su ensayo novelístico a propósito del 23-F. En un libro con muchas cualidades, no deberíamos olvidar la más importante: su convincente, emotivo, honesto y justo retrato de Adolfo Suárez.

  A Suárez, y a su obra, se los ha querido afiliar la derecha actual, aprovechando que la izquierda siempre ha mirado con suspicacia un período donde se tuvo que renunciar a demasiadas cosas. Pero si hay un "héroe" en febrero del 81, si hay un héroe de la construcción de la democracia, ése es sin duda Suárez. Lo que ocurre es que se trata, como bien explicó Hans Magnus Enzensberger, de un héroe ambiguo, un "héroe de la retirada" que se socava a sí mismo. Como Gorbachov en la URSS o Jaruzelski en Polonia, Suárez tiene que renunciar a todo lo que él era (un joven falangista adicto al franquismo) para alumbrar algo nuevo –algo que acabará por destruirle a él mismo.

  Para Cercas Suárez se parece mucho al Emmanuele Bardone de la película de Rossellini El general De la Rovere. Bardone es un pícaro sin escrúpulos al que los nazis convencen para hacerse pasar por el íntegro De la Rovere. Pero Bardone hace tan bien su papel que acaba dejándose fusilar como si realmente fuera el honesto militar italiano en que todos confían. De la misma manera, Adolfo Suárez, el joven trapacero de provincias que engañó a todo el mundo para colmar su ambición, acaba encontrando su auténtico papel el día que Tejero entra en el Congreso. Desde ese día –desde ese instante- Suárez entra en la leyenda. Y ahí está, tan alto que ni siquiera puede recordarlo.

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