La trama mediática

No sin mi crucifijo

Titular a toda plana de ABC: "El Gobierno corrige al PSOE y dice que quitar el crucifijo no está en su agenda". ¡Qué bajón! ¿Y qué hacemos ahora con los vitriólicos textos de los cuatro columnistas que echan espumarajos contra la retirada? Nada, publiquémoslos de forma preventiva. Y así se hizo. Aquí tienen la relación de títulos -verán que no hay lugar para la originalidad- y autores: "Qué cruz" (Ignacio Camacho), "¿La Cruz no y el Nacimiento sí? (Carlos Herrera), "La Cruz" (César Alonso de los Ríos) y "¡Ay, qué cruz!" (Jorge Trías Sagnier).

No necesitarán la imaginación de Borges para adivinar el contenido del cuarteto de diatribas. Aún así, si tienen dudas, pueden tomar el editorial de ayer de La Razón como piedra Rosetta para la interpretación universal de cualquier artículo de opinión sobre la materia. Prácticamente todos se resumirían así: "El objetivo final, reconocido de modo más o menos explícito, es la 'limpieza ideológica' de toda seña de identidad cristiana del ámbito público, incluidas aquéllas que conforman la cultura, el patrimonio monumental, la tradición histórica y la herencia espiritual de la sociedad española".

Las carnes abiertas de Schlichting

Luego, claro, cada cocinero tiene su modo peculiar de aliñar la pitanza ideológica. A Cristina López Schlichting, por ejemplo, le gusta echarle una puntita de cayena y servir el plato entre aspavientos. "¡Aaaay! Estoy pensando en el pico y en la pala arrancando los símbolos de las verjas, de los alicatados, de los azulejos... y es que se me están abriendo las carnes recordando la Guerra Civil", declamó el jueves en su programa de Cope.

Contagiada por el ambiente de melodrama, su contertulia Isabel Durán quiso colocar su propia morcilla sobre el escenario. Se la transcribo: "La única mujer que ha parido en el Gobierno, que ha parido una criatura, se llama Carmen [sic] Chacón. Es catalana de pro, pero fue a parir, dentro de todos los hospitales de Catalunya, a uno regido por religiosos".

Como podían temerse, a esta desmelenada radionovela sólo le podía poner la guinda -también en Cope, naturalmente- el folletinero Juan Manuel De Prada, travestido para la ocasión en Heraldo del Apocalipsis: "Con la demolición de la escuela católica vendrá el confinamiento de la fe en las catacumbas de la clandestinidad. Estamos envueltos en una cortina de humo, pero de un humo que apesta a azufre". Con guiño final a Chávez y todo. Cae el telón. Ovación cerrada.

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