La trama mediática

Catalunya en la diana

Agarrados al clavo ardiendo de la Fiesta que ya no será Nacional en Catalunya, los columneros trabucaires no se cansan de cargar, apuntar y disparar al trozo del mapa peninsular que envenena sus sueños. Cuerpo a tierra, que aprieta el gatillo Agapito Maestre desde su trinchera en Libertad Digital: "Una vez que se ha matado España, la libertad, el espacio público político es ocupado por la chusma y el nacionalismo. Cataluña está ya fuera de la civilización nacional. La aldea catalana está abocada a la miseria, el abismo y la nada".

No levanten aún la cabeza, que Marina Castaño -por todo oficio, viuda de Cela- se ha inscrito en el cursillo de pirotecnia y hace sus primeros ejercicios en La Razón. "Iremos y lo contaremos, contaremos la falta de libertad que impone la dictadura nacionalista, agrediendo a la educación y a la cultura en general, sometiendo a todos los catalanes a su absolutismo, del cual muchos votantes son responsables", detonaba la heredera de Don Camilo en el periódico de la mancheta azul.

Vidal y los vascos

Bajo la misma divisa, César Vidal escribía desde Atlanta con rencor para darnos cuenta de los progresos de sus amigos imaginarios en el conocimiento de la política patria. De los catalanes ya lo saben todo, así que preguntaban por los otros disolventes de la nación y él respondía: "¿Y los vascos? 'Ésos', le informo, 'tienen un acuerdo privilegiado en virtud del cual pagan los impuestos que quieren y los demás cubrimos sus gastos. Su sanidad cuesta a cada español dos mil euros al año'. '¡Dios santo!', exclama aterrado el economista".

Nos quedamos en la interminable batalla del norte, realimentada con las medidas penitenciarias para los terroristas que se han apartado del nido de la serpiente. Desde ABC, José María Carrascal se malicia que ese arrepentimiento provocará oleadas de peticiones de ingreso en ETA. Se lo juro: "Si los jóvenes abertzales les ven llegar un día a sus herriko tabernas, con las medallas de sus asesinatos en el pecho, tras el simple trámite de firmar una carta circular en la que se arrepienten de sus crímenes, aseguran haber abandonado la banda y prometen pagar una indemnización a sus víctimas, esos jóvenes abertzales pueden verse animados a ingresar en ETA".

Y como postre por hoy, un pestiño amasado por F. J. Fernández de la Cigoña en la intereconómica Gaceta de la Iglesia: "La inmensa mayoría de delitos de pederastia los cometen homosexuales". Ya.

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