La trama mediática

Asedio a Zarzuela

Chesterton, el ídolo del columneo montaraz, decía que el periodismo consiste en contar que Lord Jones ha muerto a personas que no sabían que Lord Jones estaba vivo. Siguiendo el teorema a rajatabla, La Gaceta titulaba ayer en primera a todo trapo: "Zarzuela niega que el Rey esté recibiendo quimioterapia". Por si alguien no se había enterado, ¿no? Piensen mal y concluirán que ese desmentido a la remanguillé tiene algo que ver con la ofensiva del periódico para que los Borbones vayan a los toros desayuno, comida y cena. El penúltimo captado para la campaña es el tauricida Joselito, que ayer proclamaba en la hoja intereconómica: "No me parece muy ético que la familia real no se haya manifestado sobre la prohibición de la Fiesta en Cataluña".

Bonito agosto le espera a la prole coronada. Por si fuera poco con eso y con el título de "Gilipollas de la semana" que le ha concedido al rey la revista El Jueves, Pedro Jota les ha puesto también en su diana. "El Príncipe, con un parche contra el dolor en las regatas", señalaba al sucesor El Mundo en primera. En el interior, una ampliación de la tremenda exclusiva: "Los médicos dudan de la validez del apósito que lucía ayer Don Felipe y atribuyen sus beneficios contra el estrés o la fatiga a un efecto placebo". Notición.

Carta de Vidal desde América

Alegren esas caras perplejas, que ayer La Razón traía una nueva carta del tío César -Vidal, por supuesto- desde el profundo sur americano. Esta vez los amigos invisibles hablaban de Bibiana Aído y le preguntaban a su huésped para qué existe en España el Ministerio de Igualdad. Diviértanse con la doble respuesta, la de Vidal primero, y la de uno de sus fantasmas después: "Para impulsar una nueva ley del aborto, colocar a feministas..., intento responder. No, ladies and gentlemen, grita Tom. Sirve además para demostrar que en el Gobierno de Zapatero a la hora de obtener un puesto hay igualdad e igual lo puede conseguir una persona preparada que otra completamente inútil".

Desde más cerca -Chueca o así- nos escribía, vía ABC, Hermann Tertsch. Trocada su legendaria bata de cuadros por una blanca de médico, el discípulo del Doctor House escupía su diagnóstico a los censados en el pecaminoso norte: "Porque los asesinos están insertados. Es la sociedad enferma de nacionalismo la que debe reinsertarse en la comunidad civilizada de la libertad y la compasión. Para lo que debe abolirse la impunidad vigente". Atchís.

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