Un paso al frente

Quiero la cabeza del soplón

Es curioso que desde el ministerio de Defensa se exprese que todo es normal pero se busque sin cesar al soplón. ¿Si todo es normal cuál es el problema? Puede que, efectivamente, todo sea normal, pero si es así, ¿por qué la investigación? ¿Qué tienen de malo las imágenes? ¿Por qué tanta opacidad en el ministerio?

A estas alturas resulta difícil de comprender que hechos así sucedan en Europa. Lo primero es que la sociedad debería tener la PLENA CERTEZA de saber que sus Fuerzas Armadas jamás van a ser utilizadas en territorio nacional salvo para la defensa de una agresión externa. Es más, hay una gran cantidad de militares que me han tachado de traidor y otras lindezas por afirmar que yo nunca intervendría en Catalunya, y si eso sucede es que el mensaje no se está transmitiendo correctamente. Ni Catalunya, ni el ascenso de un partido que no comprenda la "cultura de la Defensa Nacional" que tanto preocupa a los generales transmitirle a PODEMOS, ni ningún otro motivo deberían generar alarma en este sentido. En cualquier país de Europa una intervención militar es considerada como una quimera y, quizá, sea ese el motivo por el que los militares son queridos como cualquier otro ciudadano. O, a lo mejor, es que como son como cualquier otro ciudadano son queridos. El caso es que, si esta alarma se produce sería conveniente analizar el motivo, más allá de las represalias a tomar.

¿El motivo son las imágenes filtradas? En mi opinión no. El primer motivo -aunque es obvio que jamás se va a producir intervención militar alguna-, es que todos sabemos que la cúpula militar no posee una ideología plural y representativa de la forma de pensar del resto de la sociedad. Este es el primer problema y no es baladí. Es vital que todos los estamentos de una sociedad, incluida su cúpula militar, tengan una concordancia ideológica. Es tan vital como saludable que esto suceda, ya que evita tensiones innecesarias, pero a día de hoy, esto no sucede, y ese es el primer problema. El segundo problema es que el gobierno ha jugado a la ambigüedad en el asunto de la intervención militar desde el principio, lo que a mí me parece anacrónico y de mal gusto. Si a ello le sumamos la terrible opacidad del ministerio de Defensa, nos encontramos que hoy -jueves 6 de noviembre- en Barcelona había verdadera alarma por el paso de un convoy de vehículos militares. ¿Es admisible que se genere esta alarma? Absolutamente no. ¿El responsable es el chaval que ha filtrado la grabación? Pues, si lo analizamos fríamente, no. Aunque, a estas alturas, empezamos a considerar normal que el gobierno culpe al primero que pase antes de asumir sus responsabilidades.

Por ello, en lugar de cazas de brujas para buscar una cabeza de turco en la que desatar la ira y la responsabilidad, siento que existe una total falta de credibilidad y comunicados oficiales serios al respecto, siento que se ha sido ambiguo de forma interesada -buscando generar miedo para conseguir réditos políticos-, al jugar de forma irresponsable con algo -la inverosímil intervención militar-, que debería haber quedado claro desde el principio del juego democrático que no se produciría y siento que lo que debería hacer el ministerio es facilitar a los medios de comunicación la entrada en los cuarteles. Se les debe enseñar los entrenamientos que se hacen y el motivo, las prácticas, las misiones, los ejercicios, la vida en los cuarteles... debe llegar un momento en el que los periodistas deben ser parte del paisaje militar. De esta forma se aseguraría la existencia de una cultura sobre lo que sucede en el mundo militar y, con ello, se evitaría que a día de hoy pueda existir alarma de algún tipo, ya sea con Catalunya, con PODEMOS o con cualquier otro asunto.

Es decir, lo que sucede no es consecuencia del pobre soldado que acabará perdiendo su libertad y, seguramente, sea perseguido en el trabajo y maltratado psicológicamente hasta ser expulsado, el verdadero problema -y muy serio- es la falta de transparencia. Esa falta de transparencia no es, ni más ni menos, que el humo de un fuego en el que el combustible es la corrupción, el caciquismo, los abusos, los privilegios, las ideas ultraconservadoras de la cúpula militar, los acosos laborales y sexuales, la ausencia de justicia militar, la falta de órganos de control financiero... y, seguramente, las rancias ideas de algún general trasnochado al que le habrá dado por ordenar un reforzamiento de los ejercicios de control de masas -rutinarios en las unidades cuando son proyectadas en zona de operaciones-, porque él es el amo del cortijo y cuando se vive en una sociedad feudal, en la que lo que firma el ministro son "papeluchos de políticos", pues pasa lo que pasa.

Esperemos, sinceramente, que llegue ese tan necesario momento de reflexión y de una vez por todas se abran las puertas de los cuarteles a los medios de comunicación, a la libertad de expresión, a la modernidad, a la sostenibilidad económica y a la democracia. La Odisea en el Espacio (gran película de 1968) fue ya en 2001 -para el que no lo sepa o no haya querido enterarse-, creo que ya ha durado bastante... ¿no?

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