Un paso al frente

Brexit y 65 millones de desplazados: el fracaso de todos

Han sido ellos y hemos sido nosotros los que hemos fracasado estrepitosamente. Han sido ellos porque la codicia de nuestros gobernantes les ha llevado al saqueo y al colonialismo salvaje. Ha sido el liberalismo lo que ha convertido a los partidos conservadores y socialistas en matones de los poderes económicos o, tal vez, fueron los poderes económicos los que convirtieron a nuestros políticos en liberales, es decir, matones. Han sido estos sicarios los que han transformado nuestros países en paradictaduras y nuestras organizaciones en grupos de delincuencia organizada (ONU o UE; la OTAN ni debería existir).

Semejantes afirmaciones chocarán a los que estén acostumbrados a leer el discurso oficial o las insinuaciones literarias con las que se difumina el paisaje. Sin embargo, repasemos ligeramente los últimos acontecimientos para cotejar lo expuesto. Pensemos en cómo participamos de dos guerras neocoloniales como Irak y Afganistán por intereses armamentistas, petroleros, farmacéuticos o geopolíticos. Analicemos cómo hemos financiado y creado el Estado Islámico con nuestras propias manos, cómo la UE y EE.UU. negocian el TTIP en sótanos oscuros o cómo los hombres "de negro" visitan los países imponiendo condiciones pseudoesclavistas a los ciudadanos.
No olvidemos cómo hemos dejado en manos de los turcos, pagando por ello, a tres millones de refugiados para que los aniquilen o los dejen morir en el Mediterráneo, para que hagan lo que sea pero fuera de Europa. Para no ensuciarnos las manos.
Recordemos cómo España rescató a los bancos (PSOE y PP) para desahuciar a los ciudadanos y cómo la mayoría de los gobernantes legislan en favor de los poderes y en contra de los ciudadanos a cambio de puestos de trabajo o comisiones. Que nadie olvide la prostitución de los medios de comunicación y los periodistas, esos nuevos ejércitos con los que se golpea al estado, se retuerce la voluntad popular o se sofocan revueltas ciudadanas. Pensemos en esos tertulianos y esos intelectuales que trafican con el conocimiento y la opinión a cambio de dinero, esos progresistas que vendieron su alma al mejor postor o esos grupos mediáticos que desinforman e idiotizan.
Han sido todas esas decisiones y han sido todos ellos y muchos más, ya que se necesita mucho más que una entrada en un blog para explicarlo, los responsables del colapso actual y futuro.
Es, en última instancia, la codicia la que capitaliza el dinero en Panamá y otros paraísos fiscales, son personas cercanas o "amigas entrañables" de los Borbones, Felipones, Cebrianes, Aznarines, Zapatones y otros parásitos los que han sacado del sistema tal cantidad de dinero que ya no hay suficiente para el funcionamiento del mismo.
Pero también es nuestra codicia la que nos ha llevado hasta aquí. Es nuestro egoísmo el que prefiere a Belén Esteban antes que a Ana Garrido o el que elige la videoconsola, el fútbol o la telebasura antes que la novela o el diario. Somos nosotros los que decidimos poner nuestras vidas en manos de esos gobernantes, en muchas ocasiones delincuentes, sin molestarnos en saber, porque es molesto que se atragante la comida con 65 millones de refugiados o con niños bombardeados. Es más divertida la sangre de las películas o es mejor creer en ese presentador o periodista que nos miente con obscenidad.
El mundo no se va a desmoronar, podemos estar tranquilos, lo "único" que va a suceder es que la codicia de unos y de otros, de nosotros, hará que cada día este sea un lugar más trágico hasta que, como ha sucedido históricamente, una guerra o un cataclismo nos devuelva al punto de partida.

Ante esta inercia que nos arrastra tenemos dos soluciones, una individual y otra colectiva. La primera es la revolución pacífica: apagar la televisión, informarnos en los diarios, entrar en las librerías y bibliotecas para que el aroma de los libros nos libere. Leer a nuestros hijos en lugar de ponerles frente al televisor. La segunda es convertirnos en activistas: dado que nadie va a gobernar por su propia voluntad para beneficio de todos, y si ello sucede (como así ha sido) será algo excepcional, somos los ciudadanos los que tenemos que hacer política y somos nosotros los que tenemos que exigir que se cumpla lo acordado. Si preferimos acudir a centros comerciales antes que a manifestaciones o si los campos de fútbol están llenos y las plazas vacías, nuestros gobernantes llenaran los furgones de dinero y se lo llevarán a Panamá sin que la mayoría sea consciente de lo que sucede.
Hay 65 millones de desplazados, nivel histórico que no se alcanzaba desde la II Guerra Mundial, que pueden testificar si hiciera falta de la gran guerra que se libra sin que la mayoría sea consciente de su existencia.

 

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.

En la actualidad, sobrevivo gracias a las ventas de Código rojo¡CONSÍGUELA AQUÍ FIRMADA Y DEDICADA!. "Código rojo le echa huevos al asunto y no deja títere con cabeza. Se arriesga, proclamando la verdad a los cuatro vientos, haciendo que prevalezca, por una vez, algo tan denostado hoy en día como la libertad de expresión" ("A golpe de letra" por Sergio Sancor).

Tal vez te puedan interesar las novelas "Código rojo" (2015) y "Un paso al frente" (2014).

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