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Los "deudores estratégicos"

Parece que hubieran transcurrido siglos, pero hace sólo un par de meses los dirigentes políticos hablaban de "brotes verdes" en la economía. De repente, la expresión ha desaparecido. El lenguaje que impera hoy es de pánico, zozobra, alarma. Grecia se hunde. España tiembla. El sistema saltará en pedazos a menos que se acometan "reformas estructurales profundas". La gente está confundida; los trabajadores, inermes. En este contexto de caos, los campeones del liberalismo resurgen con fuerza, incluso con prepotencia, con la clara intención de imponer su ley, sin el menor asomo de arrepentimiento por los estragos económicos y sociales que ellos mismos han ocasionado. El mundo está asistiendo a un nuevo capítulo de lo que Naomi Klein denominó la "doctrina del shock", según la cual el neoliberalismo fomenta, induce o aprovecha las situaciones de catástrofe (naturales, políticas, económicas) para satisfacer los intereses de los grandes poderes financieros.

Dean Baker, codirector del Centro de Investigación Económica y Política (CEPR, por sus siglas en inglés) expone en su artículo más reciente un ejemplo muy ilustrativo de lo que sucede. Muchos ciudadanos estadounidenses están dejando de pagar sus hipotecas, no porque carezcan de medios, sino porque su casa se ha devaluado tanto que prefieren entregársela al banco a seguir pagando por ella. Lo que hacen estos ciudadanos es absolutamente legal, pero el Partido Republicano, actuando como intermediario de la gran banca –inquieta ante el volumen de devolución de viviendas– , ha presentado al Congreso un proyecto legislativo para que los "deudores estratégicos" no puedan recibir en el futuro avales crediticios de la Autoridad Federal de Vivienda.

Lo que se pretende, como en tantos otros casos, es quitar derechos a los ciudadanos de a pie para garantizar los beneficios de los poderosos. Los "impagos estratégicos" constituyen una práctica habitual en el mundo de los negocios. Recuerda Baker que, hace muy poco tiempo, el banco Morgan Stanley dejó de pagar una hipoteca multimillonaria por un propiedad porque consideró que le resultaba más beneficioso entregarla al prestamista y el Partido Republicano no pidió entonces un castigo para Morgan Stanley. Por supuesto. Ellos tienen la sartén por el mango.

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