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Gripe, Granjas Carroll y Rumsfeld

Cuando pase el ruido por la gripe H1N1, bueno será investigar algunos aspectos de la pandemia que han permanecido hasta ahora en un discreto segundo plano.

Uno de ellos es el papel que ha desempeñado Granjas Carroll en el estallido de la enfermedad. Participada en un 50% por la estadounidense Smithflields Foods (la mayor compañía del mundo en producción industrial de cerdo), Granjas Carroll opera los criaderos de cerdos de la zona de La Gloria, en el estado mexicano de Veracruz. En un informe con fecha 6 de abril, cuando aún no se hablaba de la H1N1, la influyente consultora sanitaria Biosurvellance informó de que el 60% de los 3.000 habitantes de La Gloria estaban aquejados por una "extraña" infección respiratoria, que achacaban a la contaminación de las Granjas Carroll –donde se sacrifican en condiciones de cruel refinamiento productivo cerca de un millón de cerdos al año– y las lagunas vecinas, donde van a dar los orines y los detritos de los animales. Precisamente, un niño de La Gloria es identificado como el primer caso de H1N1. El pequeño ha aparecido en numerosos reportajes periodísticos, pero las aproximaciones informativas a Granjas Carroll han sido más bien tímidas. William Engdahi, autor de Semilla de destrucción, la agenda oculta de la manipulación genética (www.globalresearch.ca), señala que cuando multinacionales como Smithfields Foods trasladan su producción al tercer mundo lo hacen tanto para abaratar costes como para poder actuar con más libertad respecto a los reguladores ambientales.

Otro aspecto digno de investigación es la alarma generada por la epidemia. El tiempo dirá si estaba justificada o no. De momento, hay un gran beneficiario del clima de inseguridad y miedo: la compañía farmacéutica Gilead Sciences, dueña de la patente de Tamiflu, el medicamento que más se está promocionando y vendiendo en el mundo contra la H1N1. Gilead Sciences recibe el 10% de cada dosis de Tamiflú que vende el laboratorio suizo Roche, al que ha vendido los derechos de comercialización. Como bien recuerda Engdahi, Donald Rumsfeld –sí, el cerebro de las torturas de Guantánamo– fue presidente de Gilead Sciencies hasta que asumió el cargo de secretario de Defensa de EEUU en 2001. Cuatro años más tarde, el Pentágono presupuestó más de mil millones de dólares para Tamiflú con el que vacunar al personal militar contra la gripe aviar. Rumsfled aún mantenía su participación en Gilead Sciences y rehusó desprenderse de ella para "demostrar que nada tenía que ocultar".
La gripe H1N1 no es sólo un caso científico. También lo es económico y político.

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