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Las primarias merecen un debate serio

La secretaria de organización del PSOE, Leire Pajín, se esforzó ayer por transmitir a la prensa el mensaje de que las elecciones primarias celebradas el domingo en Madrid no han afectado lo más mínimo la convivencia en el partido y que el cierre de filas en torno al liderazgo de Zapatero se mantiene inmutable. Es comprensible que los dirigentes socialistas pretendan superar este capítulo democrático, aunque tortuoso, y engrasar su maquinaria con vistas a los comicios de mayo.

Sin embargo, intentar pasar página sin una reflexión seria sobre lo ocurrido constituiría un craso error y, sobre todo, un alejamiento de los principios de transparencia que el partido dice abrazar. Convendría, en concreto, que se debatiera si las encuestas de popularidad pueden esgrimirse como argumento determinante para la imposición de candidatos, como defendieron los ministros Blanco y Rubalcaba, promotores de la candidatura fallida de Trinidad Jiménez. Este tipo de estrategia entraña el riesgo de banalizar la política, al otorgar a los sondeos una prevalencia sobre los principios. Una lógica que, de imponerse, podría poner en entredicho la propia candidatura de Zapatero en 2012 en caso de que otros dirigentes del partido lo sobrepasaran en las encuestas.

Cabría también discutir si los impulsores de la candidatura de Jiménez deben intentar persuadir a la ministra para que se sume a la lista de Gómez en las elecciones de mayo y aporte así al partido el potencial electoral que invocaron para apoyarla. Por todo esto resulta conveniente un debate sosegado, pero valiente, sobre los resultados del 3 de octubre.

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