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Un tipo que perjudica a España

La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de subir los tipos de interés constituye una nueva, y desafortunada, demostración del creciente divorcio entre las instituciones europeas y los ciudadanos. Después de mantener durante 23 meses congelados los tipos en el 1%, el gobernador Trichet ha tomado la decisión de elevarlos un cuarto de punto con el argumento de que es necesario contener la inflación. En un alarde de supuesta sensibilidad social, sostuvo que una inflación controlada es "especialmente beneficiosa para los pobres" y la forma "más eficiente de impulsar la creación de empleo". En realidad, lo que ha hecho Trichet es servir ante todo a los intereses de Alemania, país que se encuentra en una fase sostenida de crecimiento y al que un repunte inflacionista puede afectarlo de manera singular por su condición de potencia exportadora. Sin embargo, para países como España, que luchan por salir de la crisis y cuyas economías se sustentan de manera primordial en el dinamismo del consumo doméstico, la subida de tipos supone un mazazo que, según coinciden diversos analistas, afectará negativamente a la creación de empleo y aumentará aun más para los asfixiados ciudadanos el peso de sus hipotecas.

Las políticas monetarias deberían ser justamente eso, políticas, no dictados procedentes de determinados centros de poder y revestidos de dogmas científicos. Existen alternativas a la decisión de Trichet. En Estados Unidos, por ejemplo, los tipos se encuentran prácticamente en cero, porque las autoridades consideran que de ese modo se ayuda mejor a estimular la economía. Pero el BCE, ya se sabe, es "independiente".

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