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El temor a una nueva recesión

Cada día que pasa crecen más los temores de que la UE entre de nuevo en un periodo de recesión, una perspectiva sombría no sólo para los ya desesperados ciudadanos de muchos países, sino también para aquellos grandes poderes económicos que tienen sus intereses cifrados en la recuperación de la economía del Viejo Continente. En la cumbre EEUU-UE celebrada ayer en Washington, el presidente Obama urgió a los líderes europeos a que sean más resolutivos. "Si la economía de Europa se contrae, eso supone que será más difícil para nosotros crear empleo aquí en Estados Unidos", les dijo. Lo que omitió Obama es que, en estos momentos, quienes más temen por una debacle europea no son los ciudadanos de a pie de su país, sino los grandes bancos de inversión y compañías aseguradoras que se encuentran altamente expuestos a la economía de Europa. Una economía que, si hoy se encuentra sumida en una crisis profunda, obedece en gran medida a la ambición desmedida de los especuladores de Wall Street.

Por supuesto que Europa debe reaccionar. Y tiene razón la OCDE cuando reclama un papel más activo del Banco Central Europeo en la solución de la crisis. Pero ese apremio no debe hacer olvidar en ningún momento las causas reales de la catástrofe, la indignante impunidad con que siguen acumulando fortunas los culpables del agujero, y la incapacidad (o falta de voluntad) de los líderes del mundo desarrollado, con Obama a la cabeza, para "hacer los deberes". No los que imponen los poderes financieros, sino, al menos, el que esos mismos líderes prometieron hacer cuando apenas empezaba la crisis: refundar el capitalismo. ¿Lo recuerdan?

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