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Zapatero en su laberinto económico

En aplicación de lo que Naomi Klein denomina la "doctrina del shock", las fuerzas del liberalismo se afanan en aprovechar el impacto de la crisis para desarrollar su proyecto económico. En esa ofensiva cuentan con la complicidad, voluntaria o accidental, de personalidades de etiqueta socialdemócrata, como Joaquín Almunia, que ayer volvió a arremeter contra España por su cuadro económico. Cabe preguntarse, por cierto, qué propuestas ha formulado durante todos estos años Almunia, desde su influyente atalaya, para reforzar las estructuras del Estado del bienestar.

Otro ariete contra España, The Financial Times, criticaba a los países mediterráneos por dejar para "mañana" lo que debieron haber hecho hace años. Una crítica que afectaría también al anterior presidente y paladín del liberalismo José María Aznar. También él soslayó los deberes. Pero no los que plantea el periódico británico, sino los de haber aprovechado los tiempos de bonanza para construir una sociedad mejor y más sólida.

Aquel milagro español de empleo basura y especulación inmobiliaria le ha estallado a Zapatero, que también contribuyó a mantener el modelo y que ahora, acosado por el discurso dominante, ya habla de reforma de las pensiones y del mercado laboral. A su izquierda, cientos de miles de personas le miden cada paso.

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