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El gran desafío del cerebro humano

El debate sobre la naturaleza del sentimiento religioso lleva algunos años desarrollándose con especial intensidad en la comunidad científica. La más reciente propuesta la acaba de formular un prestigioso antropólogo y un pionero de la neurociencia estadounidenses, al establecer que la religión y sus diversos conceptos de divinidad constituyen una herramienta creada por el cerebro humano en un intento por combatir la ansiedad, el miedo y el estrés que le son provocados por factores internos (psíquico-químicos) y externos (sociales).

Esta aproximación neuroteológica entronca con una tradición procedente de la Ilustración que considera a Dios un producto de la inventiva humana. Ahora bien, así como el cerebro genera la necesidad religiosa, también posee resortes para desprenderse de ella. Hace 85 años, Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, se expresaba de la siguiente manera acerca de las religiones: "Las considero sumamente importantes como objeto del interés científico, pero no me atañen sentimentalmente en los más mínimo". La interpretación neuroteológica conduce en todo caso a un interrogante elemental: por qué el cerebro, con la potencia que se le atribuye, no concibe un mundo más justo, solidario y apacible donde disminuyan esos miedos y ansiedades que lo impulsan a necesitar religiones y dioses. Ese es, sin duda, el gran desafío de la inteligencia humana.

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