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‘Egunkaria’ y las fisuras de la democracia

La sentencia que la Audiencia Nacional dictó ayer sobre el caso Egunkaria produce una sensación ambivalente. Por una parte, reconforta comprobar que la Justicia ha puesto fin al calvario de cinco personas cuyo delito consistía en haber sido directivos del primer diario en euskera. Por otra, inquieta constatar que los hechos expuestos en el fallo hayan ocurrido en la España democrática: el cierre de un periódico, la detención de ciudadanos en medio de malos tratos y torturas, la elaboración por la Guardia Civil de informes que relacionan precipitadamente a esos ciudadanos con el entorno de ETA, y la utilización –"artificiosa", según la sentencia– de dichos informes por dos organizaciones movidas por un evidente prejuicio contra todo lo que huele a nacionalismo vasco.

La Audiencia es contundente respecto a la inocencia de los procesados y la mala fe de las acusaciones. Pero no menos importantes son sus reproches al Juzgado de Instrucción número 6 del mismo tribunal por haber ordenado el cierre temporal del diario (que finalmente se fue a pique) y su constatación de violaciones de derechos humanos. Sobre lo primero, señala: "De entre las formas de injerencia en la libertad de prensa, el cierre supone la mayor restricción". Respecto a lo segundo, destaca que las denuncias de los procesados son "compatibles" con los informes médicos y que "no hubo un control judicial suficiente y eficiente" durante la incomunicación de los detenidos. De tan descarnada sentencia sólo cabe esperar que una situación semejante nunca vuelva a suceder. Y que se investiguen los atropellos que en ella se exponen.

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