Voces de la precariedad

CORREOS-VIRUS S.A.

"Dos trabajadores postales ya han perdido la vida debido al contagio del Covid-19. El primero murió el viernes pasado y el segundo ayer. Ambos habían trabajado hasta hace unos días, uno en un centro de entrega y el otro en una oficina de correos en dos municipios de la provincia de Bérgamo." Hasta que leemos "Bérgamo", la narración nos podría cuadrar con un hecho acontecido en Correos S.A. en cualquier lugar de nuestro país.

Italia viene siendo como una proyección de nuestro futuro inmediato, una advertencia para que en España tomemos decisiones contundentes y basadas en la prevención. Miramos constantemente sus índices de contagio, de defunciones, sus curvas sanitarias...No obstante, el principal aprendizaje que podemos sacar del caso italiano es que las medias tintas no nos van a sacar de ésta, todo lo contrario.

 

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Las dos primeras muertes en Poste Italiane (que se suman a las más de dos mil en todo el país) son una espinosa muestra de lo que supone mantener los operadores postales trabajando como si no ocurriese nada. En la noticia de "La Información" también se recoge que los sindicatos llevaban semanas exigiendo el cierre de los centros de trabajo para evitar que ocurriese la tragedia que finalmente ha sucedido.

Pero centrémonos ahora en nuestro Correos, la mayor empresa pública de España presidida por Juan Manuel Serrano Quintana, muy vinculado a Pedro Sánchez. En el operador postal la realidad laboral empeora cada día, se multiplican los casos de contagios confirmados y posibles así como de cuarentenas. Si existe una opinión general de que el Gobierno ha actuado tarde y que muchas medidas han venido siendo tibias, en Correos la cosa es mucho más categórica. Los protocolos que han ido publicando desde la Directiva han sido tardíos, bastante abstractos e insuficientes. Pero lo más grave es que su cumplimiento está siendo tremendamente irregular.

En la mayoría de los centros, no contamos con los EPI´s de seguridad para afrontar la crisis del COVID-19. Guantes sólo en algunos sitios y, por lo general, en pequeñas cantidades que no dan para cubrir ni una jornada de trabajo. Los geles hidroalcohólicos individuales tampoco abundan. ¿De qué sirve higienizarse durante una parte de la jornada si después tienes que repartir durante 4 horas sin posibilidades de desinfección? En numerosos lugares tampoco se guardan las distancias de seguridad interpersonales. Las mascarillas se han convertido en el Santo Grial. Pero nosotros no somos Indiana Jones, sino trabajadores de una empresa pública que tiene la responsabilidad de proteger la salud de toda la plantilla y también de la ciudadanía.

¿Es acaso difícil de entender que estamos en contacto diariamente con gran parte de la población? ¿Qué finalizado el trabajo tenemos que volver a casa con nuestras familias? El personal de reparto y oficina está constantemente interactuando con terceras personas. A su vez, quienes trabajamos en grandes centros logísticos acudimos por decenas y centenas a nuestro puesto. Muchos, además, hemos de hacerlo en transporte público que al reducir el tránsito sigue generando aglomeraciones de lo más insalubres.

Los protocolos diseñados por la Directiva de Correos están siendo interpretados por muchas Jefaturas intermedias de la manera más arbitraria. Que si tal EPI es necesario pero tal otro no, que algunas cosas son sólo recomendaciones, que no nos podemos negar a trabajar...Cuando no directamente se amenaza con posibles sanciones y represalias a aquellas personas que, defendiendo su salud y la de todos los demás, se plantan y exigen que sin EPI´s no laboran.

A pesar de que la Directiva afirma lo contrario, los Protocolos aplicados no han sido consensuados con las organizaciones sindicales. Así pues, llevan el "sello propio" de una óptica empresarial que hace ya mucho tiempo abrazó la lógica privada y el afán de convertirse en una multinacional logística. Por ello, la plantilla seguimos en activo repartiendo, entregando y clasificando, sin ir más lejos, paquetería de Amazon. Cuesta pensar en una muestra más nítida de algo que percibimos, en mayor o menor medida, la clase trabajadora: Que sus beneficios están por encima de nuestra salud, de nuestros derechos y de la protección del conjunto de la sociedad.

Su falta de responsabilidad, el incumplimiento sistemático de los protocolos sanitarios, está poniendo en jaque nuestra vida. Nos están sumiendo en una incertidumbre diaria muy dañina que se suma a la profunda preocupación que ya tenemos por esta pandemia. Nos sentimos como ganado entrando al matadero. Y lo hacemos en una empresa que sigue formando parte de los activos estatales a través de la SEPI.

Algunas organizaciones sindicales -como CGT- exigen el cumplimiento escrupuloso de las medidas establecidas tanto por las autoridades sanitarias como por la propia empresa, mientras reclaman protocolos más ambiciosos. Si la Directiva no está dispuesta a cuidar la salud de la plantilla y la ciudadanía y limitar la actividad a lo socialmente esencial, han de paralizar la actividad inmediatamente para evitar que la pandemia que siga expandiendo. ¡Dejen de jugar con nosotras y nosotros! ¡Dejen ya la cantinela de criticar movilizaciones (como el 8 de marzo) cuando cada día nos mandan a trabajar en condiciones indignas que atentan contra la salud y la vida!

Hay negligencias que no se reparan. Hay puntos que son de "no retorno". Cuando aún está lejos de cicatrizar la herida abierta por los fallecimientos en Correos desde el verano de 2018 mientras ejercían su labor profesional, cuando Irene, Felipe y todos los demás aún resuenan muy fuerte en nuestra memoria, vemos como la ambición empresarial y una falta de responsabilidad sin precedentes, vuelve a ponernos a trabajadores y usuarios en grave riesgo de contagio e incluso de muerte. Lloremos a nuestros compañeros italianos y luchemos por no terminar igual.

 

Mario Murillo (@MarioMurilloPTD)

Trabajador de Correos y sindicalista

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