Al piano

PSOE: regreso al pasado

Ricardo de Sá Ferreira

Existen 3 momentos de la historia reciente que marcan y seguirán marcando la trayectoria del PSOE. El primero se dió el 23 de agosto de 2011 cuando el PSOE, junto con el PP, simbólicamente firmaron la capitulación de la soberanía española al Banco Central Europeo. Rendición total y absoluta donde los partidos al puro estilo de Cánovas y Sagasta llegaron a un rápido acuerdo de incluir el concepto de estabilidad presupuestaria en la propia Constitución que decían defender. Ni referéndum, ni consulta ciudadana ni nada, se impuso el artículo 135 a secas. Tanto el PSOE como el PP no querían entender los mensajes lanzados por las plazas aquel 15 de mayo del 2011 donde el pueblo español exige a los representantes políticos más democracia directa y, sobre todo, que su voz fuese tenida en cuenta. Resultado: PSOE y PP cerraron un acuerdo por arriba donde los de abajo no tenían cabida.

El artículo 135 marca un antes y un después en la trayectoria del Partido Socialista Obrero Español porque sería la antesala del comienzo del fin de la socialdemocracia española. Se rompía el eje diferenciador entre izquierda y derecha, y se diluían la posiciones de unos y de otros.

El segundo momento se dío el día 22 de mayo de 2017. A diferencia del primer momento, este se presentó como la apertura de un nuevo capítulo donde Pedro Sánchez recogía de su militancia un claro mandato de ruptura de la bunkerización política. Vientos del cambio soplaron por Ferraz. El nuevo PSOE iniciaba un  giro de 180º grados que tanto ansiaba la militancia del PSOE y que puso a Pedro Sánchez como Secretario General, y dejando muerto al PSOE de Susana Díaz y a las baronías caducadas. Adiós al viejo PSOE, y hola al nuevo.

Se abría una ventana de diálogo, donde se podría articular una política de cambio para condicionar las políticas del PP. Se abría la ventana de un regreso de la socialdemocracia clásica, basada en el keynesianismo, las políticas cíclicas expansivas, en la reconstrucción del Estado de Bienestar y el reconocimiento de la riqueza plurinacional de España, punto este que separó las aguas en el PSOE. El nuevo Pedro Sánchez se parecía mucho más a su militancia que el antiguo Pedro Sánchez.

El tercer momento es el que estamos viviendo ahora mismo con el nuevo giro del PSOE.  El nuevo PSOE, que decía reconocer el carácter plurinacional de España, ha envejecido en una cuestión de días. La plurinacionalidad del PSOE se quedó en el cajón, mientras el PP saca el manual político de Rodolfo Martín Villa o de Arias Navarro para solucionar la crisis catalana. Porrazos y hostias, todo en nombre del nacionalismo-constitucionalista. Y el PSOE siendo cómplice. Ni referéndum, ni diálogo ni nada. A cambio de una comisión para estudiar una posible reforma territorial - que además no cuenta con los representantes catalanes - el PSOE respalda al PP en la aplicación del artículo 155. Pedro Sánchez vende gato por liebre a sus militantes, y el grito de "todo el poder para los militantes" se quedó en el mismo cajón que la plurinacionalidad. Una vez más, el bipartidismo al sonido de los tambores de guerra impulsados por Albert Rivera, pactan por arriba una solución que rompe el país por abajo. Gana el PP y Ciudadanos. El PSOE ha fallado a la izquierda, ha fallado a sus militantes y - sobre todo, ha fallado al pueblo. 

La pugna entre el pasado y el futuro, el PSOE ha elegido regresar al pasado. Desgraciadamente, parece que volvemos lo mismo. Parece que la historia se repite, primero como tragedia y ahora como farsa.

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