Principia Marsupia

Marsupial Máximo

El cocido madrileño agudiza mi talento.
Ayer, al tiempo que tragaba garbanzos, concebí algo revolucionario. Lo he bautizado "MM" y será, en parte, una nueva sección del Principia Marsupia. Hasta aquí, el asunto podría considerarse intrascendente. Lo formidable es que "MM" será, además de una sección del blog, una nueva Orden de Caballería.
El brinco deductivo entre "sección-del-blog" y "Orden-de-Caballería" es, quizás, pizca confuso para alguno de vosotros. Permitid que os guíe en el razonamiento.
Las sociedades humanas acostumbran a fundar instituciones que honran a sus individuos más valiosos: la Legión de Honor en Francia, los "Sir" británicos o la Orden del Toisón de Oro en España. Los físicos codiciamos añadir a nuestro nombre las siglas "FRS", Fellow of the Royal Society. Las enciclopedias se refieren a Stephen Hawking -referencia habitual de este blog- como Stephen William Hawking, CH, CBE, FRS, FRSA (Order of the Companions of Honour, Commander of the British Empire, Fellow of the Royal Society, Fellow of the Royal Society of Arts).
Cavilando entre tozino y morcillo, advertí que ninguna Orden celebra a los seres humanos que yo más admiro.
Tres cucharadas después, estaba decidido.

Principia Marsupia instaura su propia Orden de Caballería: la Orden del Marsupial Máximo. Sus miembros serán proclamados en una nueva sección del blog titulada Marsupial Máximo.
[La deducción lógica era trivial, bien podéis apreciar.]
¿Qué méritos te hacen digno del Marsupial Máximo? El requisito esencial es que yo te admire. Hay quienes, gracias a su lúcida sensibilidad, adivinan el recodo preciso del alma donde acariciar. Otros, te arrancan del sopor de la realidad con ideas y proyectos. Hay los que te deslumbran por su valentía y quienes te encandilan con su originalidad. Aunque diferentes, todas las personas a las que admiro conservan un espíritu travieso. Todas me hacen reir.
Para obtener un Marsupial Máximo se requiere, además, algún tiempo de experiencia ultraterrena. El carácter póstumo concede a la distinción una importante ventaja práctica: nadie podrá rechazarla.
[Espero que no se produzcan suicidios para alcanzar un Marsupial Máximo. Aunque, en realidad, me sentiría muy halagado si alguien se tomase TANTAS molestias. Tan halagado, que propongo una condecoración alternativa para los suicidas: la Medalla al Besugo Máximo.]
La próxima semana, ungimos y celebramos al primer Marsupial Máximo: Kurt Vonnegut.

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