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El día que los políticos intentaron cambiar el valor del número “pi” por ley

El día que los políticos intentaron cambiar el valor del número “pi” por ley
Todo el mundo sabe que el valor del número "pi" es aproximadamente 3,14. Es una buena aproximación, aunque "pi" es un número que tiene infinitos decimales.
Pues bien: un día de 1897, el Congreso de Indiana decidió que el valor del número "pi" era exactamente 3,2. Por ley.
La historia de la "Ley de Indiana" comienza con un hombre llamado Edward J. Goodwin, un médico de Indiana que pasaba sus ratos libres resolviendo problemas matemáticos. La obsesión de Goodwin era resolver un problema que habían intentado los matemáticos de la antigüedad: la cuadratura del círculo.
El único problema es que ya se sabía que cuadrar el círculo era matemáticamente imposible. El matemático Ferdinand von Lindemmann lo había probado en 1882.
Pero Goodwin siguió con su obsesión. En 1894, Goodwin convenció a la revista científica American Mathematical Monthly de que publicase su prueba matemática de la cuadratura del círculo. Una de las consecuencias de su trabajo resultaba que el número "pi" era exactamente 3,2. La prueba era evidentemente errónea, pero Goodwin estaba tan convencido de su genialidad que no sólo la publicó, sino que también la patentó. Creía que todo el mundo utilizaría su método y se haría rico con los derechos de autor.

Goodwin no sólo quería ser rico, sino también famoso. Por eso decidió que no cobraría derechos de autor al Estado de Indiana si el Congreso pasaba una ley que reconociese su trabajo.
Y encontró un aliado: el Congresista Taylor I. Record presentó en el Congreso de Indiana la Ley Número 246. "El valor del diámetro de la circunferencia respecto al círculo es, exactamente, 3,2". La ley reconocía además la genialidad de Goodwin pues "ha resuelto un problema que los grandes matemáticos de la Historia intentaron y creyeron imposible".
El resto de los congresistas de Indiana parece que tampoco tenían mucha idea de matemáticas, pues la Ley se aprobó por unanimidad.
Afortunadamente alguien se dio cuenta de la barbaridad que acababan de cometer. El matemático C.A. Waldo, de la Universidad de Purdue, estaba entonces en Indianápolis y siguió con espanto el debate parlamentario. Rápidamente fue a ver a los senadores para hacerles ver que Goodwin no era más que un loquito convencido. Y el Senado no aprobó la Ley que sí había aprobado el Congreso.
Desde entonces parece que ningún Parlamento del mundo ha intentado cambiar por ley el valor del número pi.

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