Diario de un altermundista

Mejor sin fronteras

De nuevo está sobre la mesa el debate sobre si hay que cerrar las fronteras dentro de Europa, en el espacio Schengen, como consecuencia de la masiva llegada de tunecinos y libios a la Italia de Berlusconi. Hay quien dice que aquí no cabemos más, que no hay para todos, que no vega nadie más (y que se vayan quienes vinieron). Si se quiere volver a cerrar la frontera con Francia y Portugal, imagínense cual es la opinión con respecto a las fronteras con el norte de África. No hace falta decir los partidos políticos que defienden esta postura que, desgraciadamente, reflejan la opinión de una gran parte de ciudadanos de este país, y que en la próximas elecciones tratarán de sacar votos del miedo, de la insolidaridad y de la crueldad.

Es normal tener miedo al futuro en un momento en el que es difícil encontrar trabajo y nos anuncian recortes en servicios públicos básicos. Es menos comprensible mostrarnos de manera tan poco solidaria con personas que cuando emigran tan solo quieren un futuro mejor para ellos mismos y para su familia. ¿Nadie se acuerda de cuando nuestros compatriotas hicieron lo mismo hace no tantos años? Pero lo que es totalmente inaceptable es cuando no se quiere dejar entrar en nuestro territorio a otros hombres y mujeres, niñas y niños, iguales que nosotros, siendo conscientes de que cerrarles la puerta significa dejar que mueran en guerras, hambrunas y en otras situaciones catastróficas. Esto no es solo egoísmo, es crueldad.

Sin embargo, nadie de se ha quejado de que venga el emir de Qatar, recibido con todos los honores por todos quienes podían hacerlo, para ver si a su paso dejaba alguna propinilla. Para éste las puertas estaban abiertas de par en par. Y el tratado Schengen se ve ampliado a toda Europa, o el Mundo. Recuerdo que antes tenía un discurso que intentaba desanimar a aquellos potenciales inmigrantes a venir a España, aduciendo que aquí los tratamos mal, que es muy difícil encontrar trabajo y que regularizar la situación es casi misión imposible. Un día alguien me dijo que eso no es nada, que el verdadero problema era que en su país tenían miedo de la policía, que la violencia sexual era algo más que habitual, que cuando conseguía un empleo era para ser explotado laboralmente o que no podía pensar en el futuro porque o bien podría haber un golpe de estado militar o incluso una guerra. Desde entonces no puedo decir más que cada cual vaya donde quiera para intentar vivir mejor.

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