Diario de un altermundista

Cataluña, independencia y recortes

La manifestación por la independencia del 11-S ha tenido efectos muy diferentes en Cataluña y fuera de ella. Además, hay más similitudes entre la visión de lo ocurrido entre la prensa internacional y la catalana que con la española.

En Cataluña (y en el mundo) se habla en positivo, salvo raras excepciones. Incluso en las tertulias de bar se miden las palabras para posicionarse en la línea que va de la independencia al regionalismo, pasando por el soberanismo, nacionalismo, federalismo, autonomismo, derecho a la autodeterminación, derecho a decidir, etc. En España la discusión suele presentarse en negativo como con resentimiento, "si quieren irse que se vayan", "no van a tener donde caerse muertos" y la mejor de todas, "¿dónde jugará el Barça?". Parece que cada cual ha decidido qué votaría, si se celebrara un referéndum. Lo curioso del tema es que personas no catalanas se están haciendo la misma pregunta, como si el referéndum tuviera que hacerse en todo el territorio español.

Los y las de las razones argumentan qué pasará con el Barça si Cataluña se independiza de España, qué ocurrirá con las fronteras, qué economía irá mejor, si la española o la catalana Y un largo etcétera con respuestas hoy en día intranscendentes. Pero, la cuestión es si a los ocho millones de catalanes y catalanas les apetece, les hace ilusión o simplemente quieren tener un pasaporte español o catalán, y serán ellos y ellas quienes lo deberán decidir, con un referéndum, con una declaración de la mayoría de su parlamento o como deba hacerse en estos casos.

El resto vendrá dado por la fuerza de la razón. Las relaciones económicas entre España y Cataluña seguirán siendo las que convengan a los de siempre; la gente comprará los productos de mejor relación calidad-precio, estén producidos en Cataluña o en Djibuti; las relaciones políticas entre España y Cataluña serán las que más convengan a los unos y a los otros; y, si es bueno para el euro y para la Unión Europea que Cataluña esté dentro, Cataluña lo estará, por mucho que se diga desde Madrid. Porque a la realpolitik no hay sentimiento que se le resista.

La independencia catalana ha sido un chute de emociones en un momento de máximo tedio, aburrimiento y desazón por las monótonas noticias relacionadas con la crisis económica. Los clásicos Barça-Madrid ya han perdido el tirón emocional de años anteriores, hacía falta un tema para tenernos entretenidos y así recortar, ser rescatado y volver a recortar.

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