Diario de un altermundista

El muro de Marruecos en el Sahara Occidental

Los muros de separación de pueblos más conocidos son, además del de Berlín, felizmente ya caido; el existente y en continua expansión entre Israel y Palestina; el de la frontera entre EEUU y México o las vallas de Melilla, que parecen más que muros una chapuza, que aprovechan en cuanto pueden, desesperados inmigrantes con ansias de llegar al Primer Mundo. Sin embargo, hay un muro del que nadie habla, tan vergonzoso o más, como los mencionados anteriormente. Se trata del muro que el reino de Marruecos ha implantado en el Sáhara Occidental desde 1980.

Este muro es una gigantesca barrera de piedras, arena fortificada y alambradas, custodiado por más de 125.000 soldados marroquíes, armados por países como España y Francia, entre otros, a lo largo del cual se localizan más de 5 millones de minas.

Recientemente ha sido objeto de una marcha saharaui, que acompañada de diversas organizaciones internacionales y de miles de personas, se han manifestado pacíficamente denunciándolo como símbolo de la ocupación militar por la fuerza del territorio saharaui. En el transcurso de esta marcha, un grupo de jóvenes saharauis se ha acercado a una zona de minas no señalizada por Marruecos, produciéndose la explosión de una mina e hiriendo desgraciadamente al joven de 19 años, Brahim Hussein Labeid.

Como bien afirman las organizaciones de apoyo a la causa saharahui, "todo ello es responsabilidad exclusiva de Marruecos, por seguir imponiendo la ocupación en el territorio del Sahara Occidental". Yo añadiría que el Estado español, antiguo colonizador, también es responsable. Primero por no posicionarse claramente por una solución justa para el pueblo saharahui (parece mentira que el Gobierno Aznar tuviera más sensibilidad con esta causa que el de Zapatero), y, segundo, por armar a precio de saldo al ejército marroquí con sus ventas de armas "todo a un euro" (recientemente vendieron por este ridículo precio seis torpedos ligeros MK46 y lanzadores de bombas CLB-30). Todo un alarde de política exterior basada en los derechos humanos.

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