Detrás de la función

De las primarias y otras burbujas informativas

Convendría que dedicáramos al menos un momento a reflexionar sobre cuánta atención hemos prestado al proceso de primarias en el Partido Socialista de Madrid, para después comparar esta cantidad de tiempo con las consecuencias que el desenlace de las elecciones autonómicas madrileñas tendrá sobre nuestras vidas. Si seguimos estas instrucciones, la mayoría probablemente concluirá que ha sobrevalorado la importancia de estos comicios internos.

¿Por qué entonces tantas portadas de periódico, todas esas tertulias y titulares sobre el "órdago" lanzado por Tomás Gómez al presidente Zapatero? ¿Acaso alguien preveía el desencadenamiento de una crisis gubernamental a raíz de la probable victoria del ex alcalde de Parla?

La explicación más plausible reside en que, dadas las características del período de tiempo en el que la "polémica", la campaña y las elecciones han tenido lugar -final del verano, principio del curso político-, el acontecimiento podía ser presentado a través de los medios como un hecho de máxima relevancia y explotado lucrativamente a través de diversos canales, conformando un relato ficticio consumible por los espectadores. En definitiva, y como se dice en muchas redacciones, "el tema funcionaba".

De esta forma tan sencilla y "natural", y sin la necesidad de ninguna conspiración por parte del "poder" para atontar a los ciudadanos, determinados temas nos son servidos en bandeja cada semana como los únicos que podemos considerar "importantes". Sociólogos y teóricos de la comunicación estudian este fenómeno desde lo que se denomina la 'Agenda setting' o fijación de la agenda de temas. Uno de los promotores de esta escuela, Bernard Cohen, lo explicaba así en 1963: "Quizá los medios no consigan decirle a la gente lo que pensar, pero tienen un éxito asombroso al decir a los lectores sobre qué pensar".

Cabe añadir que la fijación de esta agenda se produce de arriba abajo, sin contar, por tanto, con la opinión de los ciudadanos sobre sus necesidades e inquietudes. En todo caso, estas acaban por ser mediáticamente reorientadas a lo que se ofrece. De ahí que los resultados de estas estrategias comunicativas no suelan estar precisamente al servicio del bienestar de todos. ¿Por qué tendrían que estarlo?

Un buen ejemplo podemos encontrarlo en el período de 'pre-crisis' económica. Durante el curso político 2006-2007, cuando muchos expertos, por entonces "marginales", vaticinaban que la burbuja inmobiliaria podía explotar, los problemas  "candentes" en España eran principalmente los siguientes: la investigación sobre una posible connivencia entre ETA, elementos cercanos al Partido Socialista y los promotores del atentado del 11-M; el proceso de reforma de los Estatutos de Autonomía y sus posibles consecuencias sobre "la unidad de España"; finalmente, las "cesiones políticas" que el Gobierno socialista tendría pensado realizar a la banda terrorista ETA.

Estos tres "temas" demostraron ser tres 'burbujas informativas' que terminaron por explotar, dejando la realidad económica y todo el tiempo que habíamos perdido al descubierto: con la crisis hecha "realidad", el aumento dramático del paro, los déficits públicos y los ataques a la deuda española, la ruptura nacional y "la verdad" de lo sucedido el 11 de marzo pasaron a importarnos bastante menos, aunque, de vez en cuando, asomen la cabeza en algunos rotativos. Las conversaciones entre el Partido Popular y CiU para un posible pacto en la Generalitat confirman la existencia de estos fenómenos de usar y tirar: ¿dónde quedan aquellos millones de firmas contra la "disolución" de España?

La conclusión que se desprende de los ejemplos es que la actual regulación de las empresas informativas, al igual que la de las entidades financieras, degenera en distintos tipos de burbujas que eclipsan el panorama de los problemas a los que nos enfrentamos en el presente y con los que nos encontraremos en el futuro. El supuesto libre juego de la competencia ha traído consigo una especie de escaparate en el que "los problemas que importan a los españoles" se suceden y se sustituyen a un ritmo marcado por las leyes de la oferta y la demanda. Que recuperemos nuestra realidad, o al menos, aquella en la que queremos estar viviendo, exige de cambios en estas fábricas de sueños y, por supuesto, en el modo que tenemos de prestarles atención. Da miedo pensar qué nos estaremos perdiendo ahora mismo por culpa de estos fenómenos. En unos meses, o años, lo sabremos.

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