Al sur a la izquierda

¡Alabada sea la Sección Séptima!

¡Albricias! ¡Aleluya! ¡Hosanna! La Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla es mi roca y mi refugio. Ella es mi fortaleza y salvación. Al Gobierno andaluz sólo le faltó ayer encargar champán para celebrar la que hasta ahora es la única victoria judicial que ha conseguido en el sordo pero encarnizado contencioso que mantiene con la jueza Mercedes Alaya, correosa instructora del feo caso de los ERE, derivación a su vez del no menos feo caso Mercasevilla de corrupción administrativa.
La esperanza de la Junta de Andalucía y de sus servicios jurídicos era que una instancia judicial superior confirmara su respetuosa pero fundada sospecha de que la jueza se pasó 37 pueblos cuando decidió guardar bajo siete llaves en un armario blindado del juzgado las 480 actas de los Consejos de Gobierno de los últimos diez años, tras obligar al Ejecutivo andaluz ha entregárselas de manera perentoria para salvaguardarlos de riesgo de alteración o manipulación por parte ¡del propio

Gobierno autonómico!
Aunque la Sección Séptima de la Audiencia ha dado a la Junta como ganadora en este asalto, lo cierto es que queda mucho combate. No es probable, además, que esta victoria le salga gratis al Gobierno andaluz. Ningún poder acepta de buen grado sufrir una derrota que, al suceder a la vista de todo el mundo, siempre tiene por definición algo de humillante, y en eso el poder judicial no es distinto de los otros. Pero mientras llega o no llega la hora del desquite, el Gobierno andaluz podrá solazarse con su victoria y seguir soñando, como dice el Libro de los Salmos, con la salvación de los justos y la derrota de los soberbios.

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