Al sur a la izquierda

Elogio de un campeón

 

Es un crack. Un líder. Un campeón. Un fuera de serie. Una máquina de regatear contrarios. El Leo Messi de la política andaluza. El misterio de los sueldos que cobra Javier Arenas está a punto de desvelarse. Lo último se supo ayer, un día después de que el presidente Griñán colgara en la web su declaración de la renta y patrimonio de los últimos cuatro años. Ayer el PP andaluz dio a conocer que, agárrense que vienen curvas mientras resuena el estruendo de un ¡tachán, tachán! precedido de un redoble de tambores: Arenas renunció en julio pasado al sobresueldo de casi 100.000 euros anuales que le pagaba su partido. Renunció, pero no lo dijo. Un buen jugador no descubre su juego ni un político con olfato admite una derrota. Y esa secreta renuncia era una derrota en toda regla, pues al verse obligado a presentar su renta, por haberlo hecho los parlamentarios de la izquierda, se descubrió el pastel: que Arenas era el político mejor pagado de Andalucía, con unos ingresos de 142.679 euros, a los que había que sumar algún que otro piquillo que elevaba la cifra a 179.000 del ala.

 

Dado que hoy en día todo el mundo roba en internet lo que no es suyo, por una vez voy a imitarlos bajándome un párrafo premonitorio firmado en Público el 20 de julio pasado por un tal Antonio Avendaño: "Por una vez Arenas está en apuros: en una comunidad con los sueldos y los parados de esta es complicado defender el derecho a cobrar dos sueldos por un trabajo. Si Javier Arenas no renuncia a uno de ellos, los socialistas tendrán juguete para rato. Ahora bien, si Arenas optara por esa renuncia sería la primera vez en la historia de la derecha española que uno de sus miembros comete tal sacrilegio. Por primera vez en su vida Arenas se halla atrapado entre dos fuegos. O mejor dicho, entre dos sueldos."

 

Por eso es un crack. Porque él sí vio la jugada. Sí vio el flanco que ofrecía a sus adversarios cobrando ese pastorro. Ahora bien: Arenas justificaba entonces los 100.000 euros del PP en que con ellos pagaba sus gastos de representación. Pero si ha renunciado al sobresueldo ¿quién paga ahora esos gastos? Fácil: lo hace directamente el partido, dice la versión oficial. ¿Qué cabe sospechar? Fácil también: que eso es lo que hizo siempre el partido, pagar sus facturas, y que los 100.000 de marras eran sencillamente un sueldo que Arenas intentó camuflar como dinero para unos gastos que en realidad nunca pagó. Y para vender a la prensa el camuflaje hasta contrató los servicios de un notario. Lo dicho: un crack, un líder, un campeón, un fuera de serie.

 

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