Al sur a la izquierda

Griñán ha hablado sin hablar

 

Griñán ha hablado sin hablar. Le ha costado, pero lo ha hecho. Tuvo que forzar la máquina orgánica, pero la forzó. Su apuesta por Carme Chacón se hizo visible ayer, cuando todas las delegaciones andaluzas salvo el fortín rubalcabista de Jaén hicieron su contabilidad de simpatías y salieron unas cuentas claramente favorables a Chacón. La apuesta tenía y tiene su riesgo. Y sin duda ha dejado heridas en el PSOE andaluz, pero Griñán cree que una victoria de Chacón favorece sus intereses electorales: si acierta, gana Chacón y él conserva el poder tras el 25 de marzo, su estrategia lo habrá convertido en el águila de la estrategia política que pocos creían que era; pero si yerra, Chacón pierde el congreso y él las elecciones, la huella que habrá dejado en el socialismo andaluz será sólo un poco de sombra y niebla. Porque, para el futuro del socialismo español, seguramente el resultado de las elecciones andaluzas puede ser mucho más determinante que el propio resultado del congreso.

 

Le llaman congreso abierto, pero en realidad quieren decir congreso incierto. Ni siquiera la contabilidad favorable a Chacón que ayer arrojó el recuento andaluz garantiza que se repita en las votaciones congresuales. Por lo demás, quienes prefieren a Rubalcaba suelen utilizar los mismos argumentos que utilizaban 12 años atrás quienes preferían a Bono: solvencia, seguridad, experiencia, previsibilidad, astucia, inteligencia y una piel muy curtida y a prueba de arañazos y hasta de navajazos. No creen que Rubalcaba represente exactamente el futuro, pero les parece que puede garantizar que el barco socialista no navegue a la deriva ni se hunda: no creen que llegue pronto a las costas del poder, pero sí tienen la certeza de que no naufragará.

 

Quienes, como Griñán, prefieren a Chacón utilizan los mismos argumentos que utilizaban quienes 12 años atrás preferían a Zapatero, lo cual a su vez es utilizado por los adversarios de Chacón para recordar lo mal que ha acabado la etapa Zapatero, obviando así que el expresidente le dio inicialmente al partido un poderoso impulso de modernidad ideológica y política, si bien luego no fue capaz de gestionar coherentemente lo mejor de su propio proyecto. Ven en Chacón lo que vieron en el primer Zapatero: juventud, audacia, modernidad, frescura, inteligencia... y riesgo. Porque, en efecto, una victoria de Chacón entraña para el PSOE más riesgos, pero también –piensan– ahora es el momento de que los socialistas asuman riesgos porque el verdadero riesgo sería no arriesgarse.

 

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