Al sur a la izquierda

Condenados propios e imputados ajenos

Entrevista en Canal Sur Televisión a Juan Ignacio Zoido,
alcalde de Sevilla y presidente del Congreso del PP que comienza hoy en la capital andaluza. Sin perder la sonrisa, la entrevistadora Mabel Mata le aprieta suavemente las tuercas, pero el alcalde se defiende como gato panza arriba. Ni siquiera en los asuntos en que resultan más escandalosamente flagrantes las contradicciones del PP entre lo que hace y lo que dice el alcalde se viene abajo. Es un profesional y, como tal, sabe bien lo que tiene y no tiene que decir. ¿Tiene usted tiempo para atender como se merece la alcaldía, el escaño de parlamentario, la presidencia de la FEMP y los muchos otros cargos que ostenta? Por supuesto que sí. "Las horas del día son muchas si se saben aprovechar". ¿No es contradictorio que el PP aprobara una severa incompatibilidad para ser alcalde y diputado en Galicia y haga todo lo contrario en Andalucía? Por supuesto que no. "En Galicia se hace porque llegaron a un acuerdo todos los partidos, mientras que aquí ha sido una imposición".
En esas respuestas elusivas, Zoido no se comporta de modo distinto a como lo hacen sus adversarios de otros partidos, aunque quizá en su caso llama más la atención porque es un hombre creyente y todo creyente sabe que mentir es pecado, aunque también es verdad que si nos pusiéramos muy puntillosos en esta materia, ningún creyente podría dedicarse a la política.

El alcalde, no obstante, triunfó
incluso sobre sí mismo cuando, a otra pregunta relativa a la doble vara de medir del PP exigiendo dimisiones a cualquier imputado de los otros partidos y eludiendo pedirlas a los suyos  incluso cuando son condenados, respondió con desahogo: "Es que hay imputaciones que son como una condena". Sólo le faltó añadir: del mismo modo que hay condenas que no llegan siquiera a imputaciones. Esa teoría del alcalde, que además es juez en excedencia, es lo que toda la maldita vida se ha llamado la ley del embudo. ¿De manera que los imputados de los ERE deben dimitir, pero no el alcalde Alhaurín el Grande, condenado por corrupción?
Zoido y tantos políticos como él empezarán a ser grandes el día en que a una pregunta como esa den en público una respuesta lo más parecida a la que darían en privado: "Lo cierto es que todos tendemos un poco a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Se trata, en efecto, de un pecado muy común en política que deberíamos en lo posible dejar de cometer". No sería exactamente la verdad, pero se le parecería bastante.

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